2003-06-18

12. DENTRO

Hace cosa de un año, en la revista QUO, y por mediación de Miquel Barceló, publiqué este relato. Se llama "Dentro", como una de mis canciones favoritas, y tiene la particularidad de que se me pedía que hubiera un error científico. Es fácil de encontrar, de todas formas.






Era insoportable.

Se estaba volviendo loco y ya no era capaz de seguir sufriendo más tiempo.

Lo invadían, se apoderaban de su cerebro e inundaban de pensamientos ajenos cualquier pensamiento propio. Planes, sueños, ideas, desencantos, todo corría por sus neuronas. Todo extraño. Todo de fuera. Siempre doloroso, inevitable.

La primera vez que sucedió estaba sirviendo el vino de una barrica recién llegada de Hunter Valley a una botella. Estaba distraído, sin pensar en nada. El vino rojo giraba en el embudo, un remolino de burbujas siguiendo velozmente las aguas del reloj, vuelta tras vuelta. Entonces sintió el chispazo, una perla eléctrica que galvanizó su hipófisis. Retrocedió asustado, dejó caer la garrafa, el embudo, la botella, todo.

Su cerebro repiqueteaba como una campana, respondiendo a estímulos exteriores. Mucho tiempo después se daría cuenta de que estaba oyendo en su cabeza los pensamientos de la mujer que había venido a comprarle el vino.

Entonces no. Pasarían muchos días antes de que comprendiera la maldición que significa tener las cualidades de un telépata.

Al principio fue divertido. Saber qué discutían los vecinos, cuáles eran los motivos de sus alegrías y sus tristezas, sus problemas económicos, sus delirios de grandeza, sus soledades, sus mezquindades, sus pecados, sus adulterios, sus miedos. Una ventana a otras cabezas dentro de su cabeza.

Cualquier otro, tal vez, habría sacado partido a sus nuevas facultades, habría servido como agente especial del gobierno de Sydney, habría invertido en bolsa o aprovechado la situación para planear algún chantaje y así obtener buenos ingresos. Pero él no era más que un pobre vinatero: su bisabuelo todavía cazaba canguros con bumerán, ¿qué entendía de planes de pensiones, de acciones en alza o de opas hostiles sobre acuerdos referenciales y documentos-marco?

Y pronto fue, además, un suplicio. Los pensamientos ajenos se colaban en cualquier momento en su cabeza, solapándose, contradiciéndose, discutiendo. De día de noche, a cualquier hora, estuviera trabajando o descansara. Palabras obscenas, balances incorrectos, largas parrafadas adolescentes y recetas de cocina en idiomas desconocidos. Citas, peleas, errores, canciones y disculpas, informes incrédulos, chismes inútiles. No podía dormir, porque el contacto mental era perpetuo. No comía, incapaz de concentrarse en los sabores, en coordinar mano y boca, cuchara y paladar, sacudido como una marioneta por los estímulos electrónicos que se habían apoderado de su cerebro.

No sabía si acudir a doctores o a psiquiatras o directamente a un sacerdote. ¿Quién de todos podría ayudarle? Pero tenía que hacer algo. Como un kiwi demasiado expuesto a la intemperie, su cabeza podía estallar de un momento a otro.

Hizo de tripas corazón y acudió al médico. No se atrevió con la perspectiva de un exorcismo, ni se imaginaba confesando a un desconocido en un diván que temía haberse vuelto loco. El miedo a una lobotomía parcial casi no importaba: cualquier cosa menos continuar con aquel suplicio, con aquel ratón de pensamientos que lo roía por dentro.

El médico no pensó que estuviera loco, que quisiera llamar la atención o que se hubiera contagiado al cuerpo la profesión de servidor de vinos y escanciador de olvidos. Se colgó el estetoscopio de las orejas y solamente dijo:

--Está pasando mucho últimamente. Un defecto de fábrica de algunos modelos.

Sólo necesitó anestesia local y una enfermera anglo que ni siquiera era guapa. Le extrajeron el injerto del chip del teléfono móvil defectuoso del lóbulo cerebral y le dijeron que esperara un par de semanas antes de hacerse instalar uno nuevo. Y que no comprara más aparatos sin marca, que Taiwan ya no ofrecía la misma calidad que Centroamérica.

Cuando salió a la calle sólo pudo saborear el silencio unos minutos. A los pocos pasos advirtió que otra vez, como siempre, estaba solo.




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Comentarios

1
De: JJ Fecha: 2003-06-18 23:40

Como no sea que la hipófisis no tiene nada que ver con el pensamiento, sino con el control del cuerpo..
Tiene gracias el cuento; final sorprendente.



2
De: efedito Fecha: 2003-06-18 23:52

El giro del vino...



3
De: Uncle Sam Fecha: 2003-06-19 00:15

En el Hemisferio Sur, un fluido introducido en un tubo o canícula en posición vertical gira, por la inducción de la fuerza gravitatoria, en sentido inverso al movimiento natural de las agujas de un reloj.



4
De: Parker Fecha: 2003-06-19 01:18

Rafa, sigues teniendo esa "mala leche" solapada que te caracteriza. El relato es muy divertido.
¿para que me sirve encontrar el error científico si lo que interesa es el disfrute del relato?

Parker



5
De: Cano Fecha: 2003-06-19 01:19

lo de la hipofisis que dice JJ me parece mas creible como fallo, dado que lo del efecto corioli, pues como que no se llega a notar en un embudo, no?

Ahora, que lo de la telepatia me ha hecho gracia..., es bueno..., pero solo prodria oir a sus vecinos en caso de que estos estuvieran conversando no?



6
De: El GNUdista Fecha: 2003-06-19 04:13

Ya está, lo de la telepatía!!

Lo del giro del vino no puede ser, depende de como se inicie el vertido (lo probé un día que lei que en el hemisferio norte iba en nomeaucerdo que sentido, y eso da igual).



7
De: Cano Fecha: 2003-06-19 05:14

GNUdista, leetelo de nuevo....

XDDDDD



8
De: efedito Fecha: 2003-06-19 05:18

¡He ganado yo!



9
De: RM Fecha: 2003-06-19 05:33


por supuesto, efe.



10
De: RPB Fecha: 2003-06-19 17:40

>Se llama "Dentro", como una de mis canciones favoritas

¿La de los Enemigos?



11
De: Jesús Fecha: 2003-06-19 22:01

ME ha gustado mucho la historia Rafa, aunque me ha costado encontrar el error científico...



12
De: efedito Fecha: 2003-06-19 23:05

Los que no hayáis encontrado el error, me vais a coger el Google y vais a buscar la expresión "Fuerza de CORIOLIS".

Maldición, sé que ahora se estudia sólo en las licenciaturas de ciencias, pero ANTES (la precisión es lo mío) se estudiaba en el PREU...



13
De: RM Fecha: 2003-06-20 01:03

no, "Dentro" por la canción de Aute.



14
De: Pedro Fecha: 2003-06-20 04:37

Yo la verdad, tengo mis dudas de que la fuerza de Coriolis afecte realmente al giro de un líquido en un embudo. La superficie del embudos, la posición, la forma de dejar caer el vino, pero la fuerza de coriolis...



15
De: Sara Fecha: 2003-06-20 04:44

Hala! ya despertasteis al físico!



16
De: Sara Fecha: 2003-06-20 04:47

Ahora vendrán quinientos enlaces confirmando que el efecto de la fuerza de coriolis en algo tan reducido como un embudo o un lavabo es una leyenda urbana :-)



17
De: efedito Fecha: 2003-06-21 00:48

En un embudo de paredes lisas, por mucho que lo inclines o lo muevas, si dejas caer el líquido razonablemente despacio para que no haya turbulencias, y de tal manera que caiga sobre un eje de simetría del cacharro (*) entonces, la única cosa que DECIDE si el agua gira en un sentido o en otro es la fuerza de coriolis.

Puesto en bonito, podríamos decir que dicha fuerza rompe la simetría del sistema.

(*) Esto lo pongo por no pillarme los dedos.



18
De: Pedro Fecha: 2003-06-21 02:14

Te has dejado la temperatura del líquido :-) Lo he estado mirando, y aparte de las dudas que le entran a uno de que la fuerza de coriolis tenga un efecto perceptible en un espacio de pocos centímetros en condiciones normales, ya hay varias páginas por hay que dicen que efectivamente lo de las bañeras es una leyenda urbana (hacen cuentas y todo), más aún para un embudo.



19
De: efedito Fecha: 2003-06-21 03:14

Hay un problema con las paredes del recipiente, cuanto más adhesivas sean mayor será la importancia del tamaño del recipiente. Si es demasiado pequeño la viscosidad creo que se puede cargar el efecto. Por eso dije lo de "paredes lisas", es que si son rugosas es aún peor.

Pillando la ecuación de balance de energía/momento del líquido se podría comparar el efecto del término de coriolis con la viscosidad, la turbulencia o el efecto de las paredes... Es echarle ganas, pero mejor nos quedamos con el hecho de que, con agua y en un recipiente grande con agujero al fondo, las cosas funcionan.

De todas formas, llena una bañera y mira: en el sentido de las agujas del reloj.



20
De: Pedro Fecha: 2003-06-21 05:43

No lo dudo que gire en el sentido de las agujas del reloj (lo cual no demuestra nada, por otra parte: habría que demostrar que se descartan todos los demás efectos). También he hecho que gire en sentido contrario (aparentemente, el movimiento residual del agua tarda mucho tiempo en desaparecer). Básicamente, quitando todos los demás efectos muchos más importantes, lo que queda es coriolis. Pues sí, claro :-) En el archivo de leyendas urbanas le tienen incluso abierta sección propia http://www.urbanlegends.com/science/coriolis/index.html Hay varias personas que se han trabajado las ecuciones. Enorme tendría que ser la bañera. Y debería estar en una habitación a oscuras. Y la humedad del aire...



21
De: efedito Fecha: 2003-06-21 06:26

Pues tendría que mirarlo pero por lo que recuerdo de mi lavabo, el efecto se acaba imponiendo salvo que fuerces el sentido contrario de alguna manera... Moviéndolo tú mismo, vaya. Con la inercia del agua el efecto tarda en pasarse un rato... De todos modos, lo mío son los líquidos estáticos y en equilibrio.

Divertido.



22
De: RM Fecha: 2003-06-21 14:49

Estaba distraído, sin pensar en nada. El vino rojo giraba en el embudo, un remolino de burbujas siguiendo velozmente las aguas del reloj, vuelta tras vuelta.


El texto no dice que el prota VEA el efecto. Solo dice que el efecto está (y puse que era vinatero porque me dijeron que sólo en un embudo sería apreciable, por cierto)



23
De: efedito Fecha: 2003-06-21 21:44

¿Insinuas que le REALIDAD existe aunque no estemos AHÍ para comprobarlo?

¡OHHHH!