Como cada año por estas fechas, me he gastado un perraje en tebeos. Otros se compran el abono para la liguilla de ascenso a segunda división (caso del Cádiz C.F.), o se lo fuman o se lo beben. Yo me gasto las pelas en tebeos y libros y deuvedeses, con el problema añadido de que la casa me crece hacia adentro y ya no tengo dónde poner cosas.
A lo que iba: un dineral en tebeos este años... y qué poco tino he tenido comprando los tebeos. O qué poca cosa interesante de verdad me he llevado a las gafas estos últimos días.
Vayamos a lo positivo: muy interesante LOS MAESTROS CERVECEROS, escrito por Dios (quiero decir, por Jean Van Hamme). La historia-río, la saga familiar de una empresa de cerveza a través de las décadas. Contado así parece el tema menos atractivo del mundo para contarlo en comic... y precisamente ahí está su hallazgo y su gracia. ¿Por qué los comics tienen que ser desaforados, sintéticos, infantiles, concretos? ¿Por qué tienen que tender a la exageración, a recurrir a lo que solo pasa en los comics? Van Hamme recrea un fresco histórico (prescindiendo en su maestría de los textos de apoyo) para hacer una novela al estilo de la novela realista del siglo XIX, o un Grandes Relatos televisivo. Vallés, el dibujante, cumple, nada más, pero la historia tampoco necesita un autor de poses. Lástima que el formato diminuto en que se está publicando en España (cuando éste título podría haber ido perfectamente en tapa dura y a su formato normal) no sirva para potenciar de una vez la dignidad que el medio puede y tiene que alcanzar si quiere sobrevivir al siglo.
Interesante me ha parecido MURENA, a pesar de ciertos defectos narrativos (achacables tanto al guionista como al magnífico dibujante). En su haber, la recreación magnífica de Roma y sus costumbres: realmente, comparados con ellos (o viceversa) somos alienígenas. En su debe, problemas al presentar a tanto y tan parecido personaje (¿La serie se llama Murena por ese muchachito que sale taaaaaan poco entre asesinato y envenenamiento?). Muy bien, por otra parte, la narración de los últimos días de Claudio. Acostumbrados a la versión de Robert Graves (donde, claro, el propio Claudio es el héroe de la historia que él mismo escribe), resulta chocante verlo con otro físico que no recuerde a Derek Jacobi y, además, que se le retrate como un hombre cruel. Pero así lo pintaba Suetonio, ¿no?
Isaac el pirata es el otro gran título que, nos decían, iba a revolucionar esto del tebeo. Leído, disfrutado sólo a medias. Le falta un mucho para ser la obra maestra que todos quieren ver. O será que a mí eso del minimalismo en los tebeos como que no me dice nada. Y que tebeo y Barbarroja (y el Cachorro) pueden más para mí que estos ratoncillos de narices afiladas y sombreros de tres picos.
Entretenido nada más el tomo de Los Tecnopadres. Jodorowski es mucho Jodorowski (y lo bien que sabe el tío reciclar a Frank Herbert), pero el dibujante no es Juan Giménez, y se nota.
Espantoso, simplemente, me ha parecido "Manhattan Beach", de Hermann and son (¿o de Son and Hermann?). Un Estrenos Televisión rutinario, mal contado, dibujado a lo justo por el autor de obras tan capitales como Las torres de Bos-Maury. Un guión adolescente que, en ocasiones, parece el guión rehecho a partir de un guión de cine rechazado.
Como siempre, el tebeo que más vengo disfrutando es BUDA. Por el octavo tomo de diez ya, y sin signos de agotarse en su propuesta. Y eso que las vidas de santos, como las de las estrellas del rock que los anti-imitan, suelen tener el handicap del santurronismo intrínseco (o del demonismo extrínsico) y de saber el final.
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