Me sale al paso esta mañana. Ni las ocho eran. Cruza la avenida y se abre paso entre dos coches. Baja de estatura, morena, bonita. No tendrá ni treinta años. Bien vestida. Lleva un bolso al hombro que, me doy cuenta más tarde, la delata. Tiene un labio partido, un ojo amoratado y medio cerrado, un pómulo hinchado y sangrante. Como en las películas. Me doy cuenta entonces de qué se trata. Me vuelvo a mirarla y veo que se tambalea: todavía debe de tener más marcas por dentro que por fuera. Se pierde pronto, en la calle de Canelo. No sé si sigue hacia su casa o se dirige a mentir a Urgencias.
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Categorías: Visiones al paso