3. EL GUARDIÁN DE LAS PALABRAS
La conjunción Lee-Kirby fue perfecta. Las máquinas ciclópeas, los villanos bigger-than-life, los dioses nórdicos y sus trasuntos galácticos no podían haber tenido, era imposible, otros diálogos que los que Stan Lee redactaba. Sin esa grandilocuencia, sin ese ritmo puramente declamativo, en ocasiones teatral, ni los 4 Fantásticos ni Thor habrían sido nada. ¿O alguien imagina a Galactus bajando de su nave y diciendo "Eh, colegas terrícolas, vengo a chuparos el coco, dabuten, ¿vale?". Pues eso mismo. Si nos remontamos a los tiempos en que todos eramos unos tiernos adolescentes que escapábamos de los "cáspita", "arrea" y "toma jarabe de palo" de los tebeos españoles (y de los "epa, te pillé, sí" de los de Novaro), no será difícil recordar que gran parte del atractivo añadido de aquellas novelitas de viñetas remontadas eran los diálogos. Los superhéroes Marvel de entonces (y quizá todavía los de hoy, aunque para mí que la versión traducida ahora está demasiado comprimida y llena de giros "juveniles" que no existen en el original), se expresaban de una manera propia, grandilocuente cuando la ocasión lo requería (Thor, Odín, Estela Plateada, Doctor Muerte), pseudocientífica cuando venía al caso (Reed Richards, Charles Xavier), oportunamente goliathesca y barriobajera (La Cosa), intrincadamente ocultista (Doctor Extraño), poéticamente salvaje ("Más fuerte que el mastodonte, más fuerte que el oso gigante, poderoso es Ka-Zar, señor de la jungla"), desenfadadamente juvenil y llena de referencias a la realidad inmediata de entonces (Spider-Man, Daredevil), molestamente maternal (Tía May), y a veces empalagosamente amorosa (Sue Richards, Gwen Stacy, Karen Page). Y angustiosamente existencialista en la mayoría de los casos. Sí, no cabe duda. Stan Lee era un dialoguista excelente.
Hay dos grandes hallazgos que Lee introduce en el mundo de los comics. Coherente con su idea de "superhéroes con superproblemas", y supongo que por tener que rellenar con textos escenas donde unicamente se veía al superhombre solo dando saltitos por las azoteas, Stan Lee introduce por primera vez el "dream balloon" con contenido. Me explico. Hasta entonces, el dream balloon (o sea, el globo con más forma de nube que nunca, con bolitas hacia la boca del individuo para indicar que no habla, sino que piensa) no había expresado realmente pensamientos, sino avisado de las acciones que tal o cual personaje pretendía realizar. En muchas ocasiones, ese dream balloon incluso se realizaba en voz alta (sobre todo en los tebeos románticos, a los que llegaremos más adelante). Con los superhéroes de Lee, esos pensamientos no sólo se referirán a obvias cosas por hacer, sino que reflejarán las tribulaciones existenciales de los personajes. No sólo veremos su ansiedad o su impaciencia por el siguiente combate con el villano del mes, sino sus reflexiones por su situación amorosa, su falta de dinero, los suspensos del colegio, la enfermedad de la tía May, el agobio por abrir los ojos y freir a tu contertulio con un rayo de colores...
Es en estos monólogos donde encontramos la verdadera vida interior del superhéroe de Stan Lee, la medida justa de sus problemas y de su personalidad. Ni Corto Maltés, ni Blueberry, ni el Capitán Trueno ni Flash Gordon han pensado ni piensan como los personajes del Universo Marvel. Es gracias a la sabia utilización del dream balloon por lo que llegamos a saber más de los personajes, a identificarnos mejor con ellos, a sentir que sienten como nosotros. Frente a la frialdad de otros personajes del mundo del comic, los superhombres de Lee se presentan así directamente al lector, sin cortapisas.
Y luego, claro, está el detalle genial de que un personaje mudo, hierático y casi incomprensible como Rayo Negro de Los Inhumanos no sólo no hable... sino que no lo veamos pensar. Eso sí que es entender cómo se define un carácter.
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