Nos comunicaron la noticia, a Juan Miguel Aguilera y a mí, allá por el mes de julio, en la Semana Negra. Paco Taibo II, de parte de su esposa Paloma y los demás organizadores de la Feria Internacional del Libro del Zócalo: que queremos invitarlos a ustedes a la feria, en noviembre. Juanmi dijo que sí ipso facto, pero yo no pude asegurar mi participación hasta que empezó septiembre y en el curro me dijeron que de acuerdo: una semana en México, vaya tela.

O no. A los nervios de manejar desde aquí el envío de los billetes de avión (y tren), con las ocho horitas de diferencia horaria, y las noticias de huracanes, protestas de maestros, no saber si haría frío o haría calor, la decisión del equipaje, la reserva de un hotel en Madrid donde hacer noche porque si no no llegábamos a los enlaces de los vuelos, el mazazo, zas, el lunes previo a la partida, allá por nuestras nueve de la noche: La FIL se suspendía "por emergencia nacional". O sea, porque en la enorme plaza del Zócalo habían instalado un "Centro de Acopio" donde el ejército recogía los alimentos y medicinas necesarios para atender a las víctimas de los dos huracanes de semanas anteriores.

Esa era, por lo menos, la excusa. Lo cierto es que el centro histórico de México DF estaba tomado por la policía en previsión de nuevas protestas de los maestros, a quienes habían expulsado de allí a palos un mes antes, y la supresión de la Feria les valía de excusa para que la plaza no se volviera a llenar de manifestantes: es lo que tiene la cultura, que uno tiene conciencia de sí mismo y los demás y abre la boca, a veces para pedir pan, a veces para exigir otras cosas igualmente necesarias.

Nuestro gozo en un pozo. Tantos meses pensando en cruzar el charco y conocer el Nuevo Mundo, la antigua Nueva España, y de pronto todo se venía abajo a cinco días vista. O no. Nos insistían nuestros amigos los organizadores desde allá: no desesperen, seguimos trabajando por la cultura, dennos un día más.

Y el jueves por la noche, cuando ya apagaba yo el ordenador y Juanmi, desde Valencia, se iba a cenar por ahí, el mensaje: que sí hay feria, que pueden ustedes venir.

Imaginen lo que es preparar una maleta con seis horas, pero lo conseguimos. Y después de un viaje en tren el viernes por la tarde hasta Madrid, donde nos hospedamos en un hotelito pequeñito en la Gran Vía (Juanmi me decía que tenía jacuzzi, pero yo ya había estado allí y sabía que no), el sábado 12 de octubre nos plantamos en Barajas y nos tragamos doce horas de vuelo hasta D.F.

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Comentarios

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De: Javi Gala Fecha: 2013-11-07 16:59

Pasadlo bien mas allá del charco