Las películas de superhéroes no pueden estar contando lo mismo todo el rato, y demasiadas veces me he quejado de que la estructura es siempre similar, sobre todo cuando por imperativo comercial y narrativo se pierde medio metraje contando el origen del héroe y otro medio contando el origen del villano. Si además le sumamos que la cosa tiene por narices que ser espectacular, que hay que contentar no solo al lector de tebeos (tan escaso) sino también al espectador de cine de personajes de tebeos (que no tienen por qué ser, y de hecho no lo son, la misma cosa), y al espectador ocasional (que es el que forma la mayoría y quien proporciona las pelas) nos topamos con el problema que hemos visto siempre en las "adaptaciones" a la pantalla. Todo es simple, veloz, algo increíble y en ocasiones sin pies ni cabeza. Muy difícil, con esos inconvenientes, hacer obras maestras para la historia del cine... a menos, claro, que te tomes al superhéroe en serio y entregues una película trascendente.
Pero los superhéroes, claro, no son trascendentes. O no lo fueron durante muchas décadas. Y cuando se acercaron a la realidad, y pretendieron ser adultos, acabaron en muchas ocasiones demostrando sus incongruencias de base. Hablo de los cómics. Pero también pasa en el cine.
La estrategia de trasvasar a la pantalla el sentido de cohesión del primer universo Marvel (ese que coordinó con sentido exquisito del tempo ese señor tan malvado al que todos los gafapastas odian, Stan Lee, el EDITOR de la cosa) se inició con Iron Man hace un buen puñado de años y se ha ido ramificando y extendiendo, lo sabemos, hasta encontrar su punto de inflexión en la película de Los Vengadores. Ahora empieza la segunda fase. Todos los personajes están presentados, habrá que esperar qué arco narrativo une cabos en la segunda entrega de los héroes más poderosos de la Tierra dentro de unos cuantos años, pero ya no vale perder el tiempo con presentaciones de personajes y antagonistas, ni contar la misma historia con disfraces diferentes. El reto ahora está en hacer algo distinto, o que lo parezca.
Por eso, en esta primera película post-Vengadores se agradece por una parte que se de por asimilado todo lo que ha sucedido antes, pero no se juegue al guiño y el cameo y la hipersaturación de referencias. Todo empezó con Iron Man y todo vuelve a empezar con Iron Man, y más que con Iron Man, con Robert Downey Jr., que hace perfectamente de Robert Downey Jr. metido dentro (es un decir) de un buen puñado de armaduras imposibles.
Le ha venido bien a la película el cambio de director (y es sintomático que el personaje de Happy quede excluido de toda la película), y sobre todo le ha venido bien el cambio de orientación. Una historia de navidad (¡en primavera!), con una voz en off que acerca en la entrada y la salida del film al personaje, una historia de derrota convertida en victoria, una buddy movie en ocasiones, el habitual chunda chunda y un acercamiento a James Bond que se agradece.
No hay más. Pero tampoco hay menos. La película explora el concepto de las armaduras de Iron Man como los tebeos nunca han sido capaces (cuántas veces, Carlos, hemos comentado que Tony Stark no necesita estar dentro de la lata), es tan de rabiosa actualidad que me extraña que no hayan retrasado su estreno tras los atentados de Boston, se saca de la manga una sorpresa de antología que nadie ve venir aunque las pistas son claras, juega a las conspiraciones y los sabios locos y justifica plenamente (quizá como una especie de reconocimiento a los servicios prestados) que veamos de continuo las caras de los personajes, sin cascos o máscaras: aquí Robert Downey Jr. se convierte en héroe de acción durante buena parte del metraje, sin necesidad de que sea sustituido por el muñeco animado. Y se agradece.
Sí, hay exceso pirotécnico al final (ríanse ustedes del caos espectacular del Tintín por captura de imagen). Pero es un cuento de navidad con caída y redención (¡Y con niño!), con milagro final pero sin moralinas. Y con mucho humor y diálogos noir muy divertidos. Y avanza la trama de estos personajes que un día fueron de papel.
¿Será la última película de Downey como Tony Stark/Iron Man? Según los contratos, sí. Pero los contratos pueden volver a redactarse. Y, en todo caso, ya hemos visto muchas veces en cine cambiar de actores sin que las franquicias se resientan.
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