El western nunca ha muerto del todo, y películas como este Jack Reacher lo demuestran. Basta trastocar los caballos por autobuses y la eterna lucha entre vaqueros y ovejeros por empresas constructoras y mafias internacionales tras el crack de la burbuja para contar la misma historia de siempre con la convicción de que se está estrenando una franquicia que puede llegar muy lejos.
Basada en la serie de novelas del personaje (que no he tenido ocasión de leer, ni leeré, posiblemente), Tom Cruise arriesga las pelas para encarnar a un personaje que teóricamente debe ser un armario ropero, por tamaño y poderío físico, y sale absolutamente airoso de la prueba, entregando su buen hacer profesional y sacando partido de esa forma envidiable de envejecer que tiene. Cruise, aunque no nos guste reconocerlo porque somos así, ya no es el niñato insolente de Risky Business o Cóctel, y a su buen puñado de héroes de acción añade ahora este otro, un ex-policía militar que vive en pleno anarquismo de sí mismo, un desfacedor de entuertos o un justiciero que llega y se va como el jinete solitario que un día fue este mismo tipo de personaje. Se le añaden unas dotes detectivescas que rayan en lo paranormal, unas artes marciales que en todo momento parecen auténticas y no florituras con cables invisibles, y se conjuga todo con unos diálogos chispeantes, a medio camino entre los chascarrillos humorísticos y los comentarios cáusticos de los personajes fetiche de la novela negra, y tenemos, ya, un héroe para nuestro tiempo.
Imagino que en la adaptación de la novela y el personaje (no es ni siquiera la primera de las novelas de Jack Reacher) se habrán cuidado muy mucho de despiojar todo aquello que huela a machista, retrógrado y políticamente incorrecto. Por eso, pese a la tensión sexual entre los dos protagonistas, no hay ningún atisbo de relación sentimental ni romántica, los diálogos evitan meterse en honduras que puedan ofender a las minorías de hoy (no sabemos, como no supimos cuando vimos por primera vez a Dirty Harry cómo se interpretará la cosa dentro de veinte años), y la acción discurre bien dosificada, entre la investigación policial, la excelente presentación al mundo del personaje y las inevitables ensaladas finales de tiros y puñetazos que remiten, quizá, a la primera Arma Letal.
Hay buen cine en Jack Reacher, tanto por la estilización del guión (en un mundo completamente saturado de dramas policiales-judiciales televisivos es muy difícil innovar, y aquí se logra dar la sensación de tabula rasa) como en la sobria dirección que permite algunas escenas sobresalientes: todo el prólogo de la película, desde el asesinato del francotirador hasta la presentación de Jack es soberbio, contado sin palabras y en planos cortos que recuerdan a lo mejor del cine de los años setenta.
Jack Reacher es un nuevo superhéroe sin superpoderes increíbles. O quizá sí sean increíbles, pero el aura de superioridad mental y física del pequeño Tom Cruise nos lo hacen cercano y simpático, un paisano. Tras su personaje de Misión Imposible, Cruise puede haber encontrado su Harry el Sucio personal.
Comentarios (23)
Categorías: Cine