Que David Tennant es uno de los mejores histriones de nuestro tiempo es, me parece, cosa aceptada. Sus interpretaciones en Doctor Who, Fright Night, Casanova o Hamlet lo demuestran: tiene esa capacidad nerviosa de transmitir perfectamente la impaciencia, la inconsciencia, el arrojo y la duda metafísica. Pero, por si aún les queda a ustedes el prurito de que es un actor magnífico les recomiendo que le echen un ojo a esta serie de cuatro episodios, Single Father, donde un Tennant contenido y dolorido hace una interpretación de sombrero de un padre (y abuelo) viudo y a cargo de cuatro hijos.
Melodrama en estado puro, sí. Una historia que, sin embargo, no cae en ningún momento en los excesos del género y que se antoja, en ocasiones, real como la vida misma. Es más, la sociedad que refleja y la compleja familia que retrata son la sociedad y la familia de hoy en día, al menos en las Islas Británicas, donde los padres se casan (o no) jóvenes, los hijos se independizan (o no) más jóvenes todavía y cargan (o no) las consecuencias de la aceleración de la vida.
Hay un guión portentoso detrás de esta historia de pérdidas y reencuentros. Los adultos son adultos llenos de problemas y de dudas, de errores y defectos. Los niños son niños, y las adolescentes adolescentes, sin cargar las tintas, pero reflejando a la perfección la incertidumbre del momento.
Dave se encuentra de pronto con cuatro hijos a su cargo cuando su esposa Rita muere atropellada por un coche de la policía, y el caos en que su vida se ve envuelta a partir de ese momento se complica cuando la hija mayor de la pareja (que no es hija de Dave) quiere saber quién es su padre. Y si la convivencia con sus tres hijos con Rita es difícil, también lo es la relación con su ex-esposa y con su hija adolescente y madre soltera, y con su suegra, y con la mejor amiga de Rita, Sarah (interpretada por Surenne Jones, que fuera Idris/Tardis luego, curioso crossover antes de tiempo, pues la serie es de 2010), con quien inevitablemente establecerá una relación amorosa.
Todo fluye con naturalidad, sin estridencias, apoyado en la interpretación de los actores y en los grandes personajes secundarios (el cuñado buenazo y la cuñada criticona). Una película de cuatro horas que presenta una visión original sobre el matrimonio, los hijos y las responsabilidades.
Si han visto ustedes a Tennant despendolado, ni se imaginan cómo es capaz de llorar ante la cámara. Como escarpias, oigan.
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