Me temo que esto va de mal en peor. A la nueva temporada (o así) de Doctor Who me remito; o sea, cinco capítulos cortos que no van a ninguna parte y que solo sirven para justificar que en 2012 ha habido algo que ver del Señor del Tiempo y sus compañeros, o más bien al revés, que uno ya no sabe quién es el protagonista y qué demonios pretenden contarnos, aparte de aburrirnos (o aburrirme, vale) en todos y cada uno de los episodios que han emitido, que por suerte o por desgracia son pocos.
No tiene chicha la nueva temporada. Le falta garra. Le falta vida. Le falta emoción y amor. Le falta diversión. Le faltan las sacadas de la manga desaforadas que (no solo en la época de Davies) fueron características del Doctor.
La serie, mal capitaneada por Moffat, que sabe ser (o puede ser) un escritor genial, va dando tumbos sobre sí misma, empeñada en ese triángulo imposible del Doctor y los dos (o tres, o cuatro) Ponds. Como si Moffat estuviera absolutamente enamorado, hasta lo empalagoso, de Rory, Amy y la cada vez más insufrible River Song, que ha pasado de parecer la madre de Matt Smith a parecer su abuela.
Los episodios arrancan bien: todos ellos, ciertamente. Se nota que hay dinero y que los efectos especiales ya no necesitan los figurantes con trajes de goma de los años setenta y ochenta ni los CGI de saldo de las primeras temporadas del revival. Pero luego, ay, se vienen abajo: toda la parte central es dolorosamente aburrida, con el mismo esquema a pie fijo: los tres, o cuatro, o cinco figurantes se separan, se pierden en un pasillo oscuro o una cueva o una casa fantasma, y entre chistes tontos, amagos de susto, susurros incomprensibles por parte de Smith (qué mal dirigido está este chico) se nos va la hora escasa que ahora tienen los episodios. Si en la temporada anterior era en el último tercio de la narración donde se venía abajo el tinglado y donde se aprovechaba, tontamente, para meter una cuñita que intentaba adelantar el arco (no siempre se consiguió), esta temporada que vemos tira por el camino fácil y acaba los episodios de la forma más tonta: el recurso del destornillador sónico de The Power of Three o las vueltas y más vueltas, con mucha música estridente y un ridículo intento por buscar las lágrimas, de la conclusión falsa, la conclusión verdadera y la conclusión auto-complaciente de The Angels take Manhattan, unos personajes, por cierto, los ángeles, que quizá jamás debieron ser recuperados tras la magistral Blink y que incurren en contradicciones con lo narrado y caen en el ridículo de convertirse en cualquier estatua... aunque sea de bronce, como Madame Liberty.
Cinco capítulos desperdiciados para quitar de en medio a la molesta parejita Pond, el jueguecito tonto de insinuar que el Doctor va saltando atrás en el tiempo para estar con ellos y la conclusión llena de agujeros. Los mismos agujeros que ya vimos en el consejo de daleks locos, donde además se comete el error (ignoro, lo reconozco, si eso ya había sucedido antes) de descubrir con torpeza que si un dalek puede asimilar a un ser humano entonces no es muy distinto de un cyberman.
Hay buenas ideas y sería de desear que se exploraran como Dios manda. Me temo lo peor del episodio navideño (donde imagino que veremos a un Doctor descreído y abatido que recuperará fuerzas precisamente por las fechas señaladas, no esperen ustedes árboles de navidad asesinos ni nevadas de cuerpos carbonizados) que recuperará a la interesante nueva companion Clara (¿Companion Lady After Rory & Amy?), o alguien que se parece al dalek engañado del primer episodio de la temporada.
No veremos más Doctor Who hasta finales de 2013, por aquello de querer hacer coincidir el 50 aniversario con la fecha de su estreno (el día de la muerte de Kennedy, para más señas). Es de esperar que para entonces hayan afinado un poco más lo que quieren contar, que la nueva companion insufle nueva vida a las historias, o mucho me temo que Moffat y el cada día más desnortado Matt Smith deberían dejar el sitio a un nuevo equipo creativo y una nueva encarnación del Doctor.
Comentarios (79)
Categorías: Doctor Who