De ese palabro que no existe, "precuela", acabaremos por interpretar que significa "película que va antes de otras películas que conocemos y que además sobra porque no aporta nada o repite lo mismo". Le pasó a George Lucas con los tres primeros episodios de Star Wars, pasó con La Cosa, puede pasar con El Hobbit, ampliado ahora a tres películas, y en realidad le pasa a Prometheus, por mucho que Ridley Scott intente tirar hacia otros vericuetos y ampliar el universo de Alien.
Prometheus tiene una fotografía excelente, un diseño de producción apabullante (un futuro limpio en contraposición con el futuro gastado que fue marca de la nave y la tripulación de la Nostromo en Alien), dos o tres actores de primera fila, una dirección que se mantiene firme... pero el falla el guión. Todo va muy rápido, como si se hubiera quedado en la sala de montaje, o como si el/los guionistas no le dieran importancia a la psicología de los personajes. La tripulación de la Prometheus está compuesta por demasiados tripulantes (polizón incluido) y en buena parte del metraje se comportan casi todos como soberanos imbéciles, desde los dos que se pierden en el interior de la pirámide y se ponen a tocar donde no deben a los copilotos que solo tienen frase para hacer el chiste, el codicioso Weyland (Guy Pearce maquillado a lo 2001 quizá para que el espectador espere que rejuvenezca) o la improbable pareja de científicos que, de buenas a primeras, se dan uno a la bebida y la otra revela que tiene un trauma por no poder concebir hijos. Todo esto, que podría haberse explicado con lentitud y detalle, se cuenta a paso de marcha, cayendo en los tópicos.
La película juega a dos barajas y solo una de ellas le sale bien: por un lado es precuela y por otro lado es remake. La parte del remake de Alien se hace algo cansina, en tanto no hay enfoque hacia el terror y el espectador más o menos sabe lo que puede ir pasando. Es la parte de precuela la más interesante, en tanto se intenta desviar la trama hacia otra jugosa interpretación, pero falta la profundidad necesaria para hacer de Prometheus una película que haga pensar: falla el juego de alusiones, ahondar en la interpretación de la lucha entre Dios y el Hombre (y con el producto residual del demonio-Alien). En ese sentido, la película es demasiado simple, y cuando Charlie y David hablan sobre la búsqueda del creador, el guionista es tan simple que tiene que poner la conclusión en boca del robot, cuando habría bastado incidir en ello durante el argumento.
En ocasiones la película recuerda a 2001, con Hal transmutado en David (llamado igual que el niño-robot de Inteligencia Artificial en bello guiño), y en otras parece que Scott se estuviera vengando de Cameron con treinta años de retraso, alusiones o visualizaciones a lo Avatar incluidas. Fassbender e Idris Elba son lo mejor de la película, no me convence demasiado Noomi Rapace en el papel de Shaw (originalmente lo iba a interpretar Charlize Teron), en tanto recuerda demasiado a Ripley sin tener la estatura de Ripley (y no me refiero a la altura física), y pare usted de contar. Hay unas cuantas ideas provocadoras ahí dentro, pero no están contadas con la necesaria intensidad: la humanidad es un experimento fracasado de Dios, que ha decidido exterminarla por algún motivo; en la guerra que se abre entre ambos aparecerá la raza de los aliens, y quizá en algún momento futuro las dos historias puedan converger en un encuentro apocalíptico.
La película termina anunciando claramente una continuación. Y, lo más curioso, esa continuación no será Alien, pues un falso "fallo" de continuidad nos deja con un palmo de narices: la nave que encontrará algún día la Nostromo no es esta nave, ya que el piloto petrificado con el corazón roto no es este...
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