La Semana Negra es un punto de encuentro, de reencuentros y emociones. Este año, que hemos vivido hasta anteayer con el corazón en un puño, nos ha traído al menos dos momentos de nudo en la garganta y lágrimas a flor de ojos.
Nos cortaron el tren los mineros en huelga, como ya esperábamos. Y estuvimos una hora parados en tierra de nadie, en la frontera con León, creo, mientras cantábamos canciones y, cuando volvimos a arrancar, no nos dolieron prendas en entonar el "Asturias" que cantaba Víctor Manuel. Un par de horas más tarde, en Mieres, nos recibió un comité de los mineros, a pie de andén, con sus camisetas negras ("Quieren acabar con todo") y sus reivindicaciones tan justas que parece increíble que no las comparta todo el mundo. Nos regalaron (a algunos, no a todos) camisetas, y cuando ya echábamos a andar entonaron el "Santa Bárbara", el himno de la minería, y allá que había que ver al jefe Paco Taibo volverse, el cigarro perenne en la boca, las lágrimas en los ojos, y unirse al coro, mira cómo vengo, mira Maruxiña. Lloramos como nenazas defendiendo esa profesión de hombres.
Después, ya en Gijón, el sábado, y hasta ayer por la tarde, tuvimos el honor, el placer de conocer o encontrarnos con Luis Vigil, que fuera uno de los tres locos pirados, junto con Sebastián Martínez y nuestro querido Domingo Santos, de ese hito en nuestras vidas que fue Nueva Dimensión, la revista (o fanzine de lujo, como a Luis le gusta referirse) que moldeó nuestros gustos y nos enseñó no solo a leer, sino también a escribir a muchos de nosotros, los que luego nos hemos dedicado con mayor o menor fortuna a la literatura de ciencia ficción, o quizá tan solo a la literatura.
Luis Vigil confiesa que tiene ya 72 años, pero no lo parece: aparenta diez menos, está como un pincel, y tiene un verbo ágil, lleno de sabiduría y anécdotas que nos han tenido encandilados estos tres días que hemos compartido de amor a la ciencia ficción y a la buena cerveza: nos cuenta historias de su paso como director de Playboy, su visita a la mansión de Hefner, sus viajes por todo el mundo, sus experiencias en la mili allá en Ceuta, la ilusión que ahora, como un niño jubilado con zapatos nuevos, vive en la editorial de Joan Navarro, donde aparte de revivir el recuerdo de Nueva Dimensión le esperan otros proyectos relacionados con el cómic: la revista Futuro de hace muchos años, quizá la recuperación de los Luchadores del Espacio...
Esto es la Semana Negra. Y sigue.
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