2012-06-30

2681. MELANCOLÍAS

Los finales de curso tienen un algo de melancolía, o será que los profesores repetimos curso siempre. Y por eso, a las promociones que se marchan y a las que uno volverá a ver de tarde en tarde, disimulando convenientemente que ya no recuerdas sus nombres, se suma a veces la sensación de soledad y de tristeza cuando algún compañero no renueva, o se marcha a otro destino, o cae enfermo y no sabes cuándo podrá volver a incorporarse.

Los finales de curso tienen esa mezcla surrealista de decir al mismo tiempo adiós y hola, de querer descansar y sin embargo seguir despertándote sin querer a las seis y pico de la mañana, de no ser capaz de desorganizar tu disciplina ni organizar tu ocio hasta que ya suele ser demasiado tarde.

Es tiempo de sentirte, al menos en Cádiz, forastero en tu propia tierra, cuando tus bares y restaurantes favoritos se invaden de cuerpos ajenos y eres tú, ay, quien acaba pagando el pato de lo malo que es el servicio. Es tiempo de aburrirte ante una televisión que repite o repone o tira por el camino fácil de no ofrecer nada interesante, quizá porque piensa que la gente no está sentada allí delante, compartiendo una sandía o un cubata por las noches.

Y uno reflexiona y se compara con cómo fue hace justo doce meses, qué perdimos y qué ganamos el fin de curso pasado, qué profesores ya no nos han acompañado este último curso, qué promociones se han perdido en los recuadritos de papel cubierto de cristal de las orlas en los pasillos de la planta baja. Y cuando enfila la autopista y se traga los ciento y poco kilómetros que nos separan de Sevilla y tiene que hacer de padre y chófer para recoger los bártulos que, durante nueve meses, tu hijo ha ido acumulando en la residencia que le ha ocupado buena parte de su vida y buena parte de mis ahorros, no puedes, por más que lo intentes, sino comparar esta sensación de extrañeza al ir acumulando maletas y folios y libros e impresoras con esa puñalada de soledad, de desconcierto, que sentiste allá por la última semana de septiembre, cuando lo dejaste en ese mismo sitio donde lo recoges hoy como si fuera un gatito abandonado al pie de una carretera. Pero han pasado nueve meses y todos hemos cambiado, nos hemos hecho más fuertes, o nos hemos acostumbrado al ritmo vertiginoso y sibilino de los cambios.

Si el verano empieza así de melancólico, no quiero ni pensar qué nos deparará el otoño.

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Comentarios

1
De: Carmen Fecha: 2012-06-30 13:17

A mi el verano siempre me trae soledad. La ciudad se queda vacía, mi gente escapa del calor y sólo queda el consuelo de los fines de semana con kilómetros a cuestas para cambiar por unas horas el asfalto por las paredes gruesas y encaladas y las charlas a medianoche, ya sea sentados en una terraza o en las puertas de las casas con improvisadas reuniones. Hasta que lleguen las ansiadas vacaciones que se hacen tan cortas...
Pero bueno, lo importante es que ya está de vacaciones con su gente y eso es muy grande. La vida sigue, para bien y para mal, y el verano es para disfrutar e intentar recargar pilas, que bien se lo ha ganado. Fuera esa melancolía y carpe diem :)

Saludos



2
De: Cefalópodo de la Quinta Dimensión Fecha: 2012-06-30 14:06

Para mí este verano consistirá en comenzar el trabajo de fin de carrera (he conseguido que sea sobre periodismo y cine, por lo que será ver muchas pelis), y aprovechar el tiempo para hacer lo que me gusta: escribir, leer (entre los libros, dos suyos), ver alguna película clásica y a ver cómo vienen las cosas.

El verano eso sí, cada año que cumplo (que para algo cumplo en verano, en día festivo por si faltaba), se me pasa más y más rápido.

La melancolía, por ahora, prefiero dejarla para invierno.



3
De: Jeremías Fecha: 2012-06-30 17:19

¿Ya va Daniel a la universidad? cómo pasa el tiempo....



4
De: Jorge Fecha: 2012-07-01 13:43

Para mi el otoño es mucho mejor. En verano hace calor, está todo lleno de turistas, los días son demasiado largos... en cambio el otoño ya hay actividad, los turistas se van largando y las temperaturas son agradables, cada vez más fresquitas... y hay viento, la atmósfera está viva! Para mi el final del otoño, el invierno (excepto la maldita navidad, en la que aprovecho para viajar a lugares aislados y escapar de los jaleos y fiestas) y el principio de la primavera (hasta mediados de abril) son las mejores temporadas. Mientras que a partir de mediados de mayo todo me parece deprimente, el otoño me llena de alegría. Sin querer insultar al "Sur", me alegro de vivir en zonas algo más nórdicas... porque si no, los veranos serían mucho más largos.



5
De: INX Fecha: 2012-07-03 12:22

Lo que tu necesitas es pasarte por un buen restaurante, con buenos amigos y mejor vino ;)
"La Mariquita te jarta" por ejemplo...



6
De: Ojo de Halcón Fecha: 2012-07-03 12:55

Coño, ya va Dani a la universidad, si hace nada era yo socorrista en mi último año de San Felipe y era él un micajo...

Me siento viejo de pronto.