El octavo álbum es una fantasía de carnaval, una historia de amor, una alegoría. Nos volvemos a encontrar con CLARA, que ya apareció fugazmente en el álbum tercero, durante la construcción de Cortadura.
Clara, burguesita liberal, es también hermana de Evaristo, a quien hemos visto en el álbum anterior, y que aparecerá aquí con uniforme y heridas en alguna escena puntual. Clara también volverá a aparecer brevemente en el álbum número 10, el dedicado a la promulgación de la Pepa. Se sobreentenderá, cuando se lean las historias juntas, que Clara es una de las niñas que jugaban en la playa con la cometa en el álbum anterior.
La historia es sencilla, como todas: ERNESTO, joven gacetillero de uno de los muchos periódicos de la ciudad, liberal y apasionado, pobre y sin un real, se enamora de la bella burguesita. La historia nos cuenta los paseos, las miradas, el amor imposible que se traduce en una relación por carta. Contamos la historia con varios flash-backs, hasta su desenlace un domingo de piñata, en una fiesta de carnaval.
Clara, sometida a la autoridad paterna, ha sido prometida a DON ATAULFO, un señor mayor y rico, claramente conservador. Ella no quiere, promete huir con Ernesto, aunque tengan que marcharse a América y vivir como salvajes. Los dos enamorados se citan en el jardín de la casa donde se celebra la fiesta de disfraces.
Ernesto acude disfrazado a la fiesta, se mezcla con la gente, escucha comentarios, espera. Pero Clara no acude. Su esclava negra (también salió en el tercer álbum y volverá a salir en el undécimo) le entrega una carta. En esa carta, Clara le confiesa que no va a huir y que ha decidido acatar la voluntad paterna, alegando que es una locura lo que planeaban.
La historia termina con el desconsolado Ernesto que rompe la carta en mil pedazos. Los trozos de papel, al caer al suelo, se confunden con los papelillos de la fiesta. La última página-viñeta (ver más adelante) verá que esos papeles rotos, en el suelo, se convierten en la primera página, rota también, de la Constitución.
La historia es, por tanto, una alegoría, y como tal debe entenderse, de ahí el juego de disfraces de carnaval. Los personajes pueden ser humanos o, en los momentos de la fiesta, convertirse en funny animals, las máscaras redivivas. El amor por Clara es la Constitución, Ernesto los liberales, y don Atafulfo los conservadores.
No se trata de hacer parodia, sino de contar de manera gráfica y muy sencilla qué es el Romanticismo que en Europa ya empieza a hacer furor y que en España ya asoma, aunque luego no se produzca con la misma intensidad que en el resto de los países.
Como siempre, cada punto y aparte indica más o menos una viñeta.
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Una serie de cuatro viñetas alargadas, como todas las que han comenzado los álbumes. Esta se diferencia en que tiene que verse como cuatro viñetas individuales y, además, como una sola splash page, en tanto lo que vemos en ellas es la Calle Ancha, en plano picado, tal como se ve desde la Casa Pemán. Es de noche, pero la calle está iluminada.
Las viñetas cuentan el avance de una murga desde el fondo de la calle hasta el primer plano, con gente que se detiene a mirarlos, a escucharlos, etc. Habrá que documentarse sobre cómo era la calle entonces, aunque imagino que muchas de las casas y la misma estructura de la calle no habrán variado demasiado.
Los que cantan son una veintena de muchachitos y niños negros, los esclavos de los indianos y familias de burgueses ricos. Tambores, timbales, disfraces toscos: se deben notar las camisas con los floripondios en la pechera, los calzones a media pierna.
Entre la gente que escucha por la calle a la murga hay de todo, quien se divierte y quien se asombra, quien se escandaliza y quien expresa disgusto por lo que, en el fondo, considera una manifestación de mal gusto.
La murga de negros va cantando esta cancioncilla popular:
Por una Real Provisión,
se ha mandado publicar
que la silla de cagar
se llame Napoleón..
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Otra viñeta alargada. La murga, ya de perfil, pasa ante Ernesto, que se apretuja contra una pared o un portal para dejarles paso. La murga feliz, todo sonrisas, pitos de caña, timbales. Ernesto es joven, con gafitas redondas, apocado. El contraste entre la alegría exagerada de la murga y la sensación de desamparo y nerviosismo de Ernesto debe ser evidente en toda esta página.
MURGA: Tatará… Tatachán… Pelucón…. Botellón…
Uno de los componentes de la murga le llena la cara de confetti, o sea, de papelillos.
Ernesto se sacude el confetti, o lo escupe.
Se quita las gafas.
Se las pone.
Vemos que tiene en las manos una máscara, y una carta.
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Los textos de las cartas deberían ir escritos en letra caligráfica, distintos en cada caso, según sea una carta de Ernesto o una carta de Clara.
El texto no debería estar en una cuadrícula al uso, sino en una especie de página arrancada, incluso con renglón, para que se vea que estamos leyendo una carta escrita en papel de carta y no es una voz en off.
Las viñetas de flash back podrían tener, como las viñetas de Guido Crepax, los rebordes redondeados. Podría ser interesante jugar con el color como elemento diferenciador de los tiempos en que se desarrolla la historia, pero sin jugar con el consabido tono sepia.
Este es el texto de la carta de Ernesto, que iría repartido por toda la página. Cada recuadro acompañaría a una viñeta.
Disculpe mi atrevimiento, señorita Clara.
Sé que no soy nadie para importunarla de esta forma. Apenas soy un humilde gacetillero, sin fortuna y sin apellido de lustre.
Ernesto Bocuñano es mi nombre. Quizá haya leído usted alguna de las columnas que redacto para El Diario Mercantil y ahora para El Robespierre Español.
Esta ciudad es pequeña, y una hermosura como la suya, le ruego encarecidamente que perdone mi osadía, no pasa desapercibida a quienes nos sentimos esclavos de la belleza.
Me he atrevido a soñar que usted también me ha visto algunos días.
La disposición de las viñetas de la página podría ser más o menos la siguiente:
Cambiamos de escena y es de día. Ernesto está vestido de otra forma, quizá en mangas de camisa con los manguitos negros en los brazos, como un linotipista. Está en la imprenta o la redacción del periódico en el que trabaja. Puede haber una ventana de cristal amplia que da a la calle.
En la calle, un calesa pasa. En ella, podemos ver a Clara sentada, hermosa, vestida con un traje amarillo de encaje, tirabuzones en el pelo. En segundo plano, vemos la imprenta y a Ernesto que mira por la ventana.
Primer plano de Ernesto, embobado, que la mira.
Primer plano, de perfil, de Clara que pasa, muy ufana, pizpireta, con la nariz un poco al aire. Evidentemente, no ha reparado en Ernesto todavía.
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Volvemos al presente. La escena se ha trasladado de la calle Ancha a la alameda. La casa de Clara sería la que se ve en esta imagen, al fondo, tras la fuente.
Toda la página cuenta el acercamiento de un Ernesto casi sigiloso desde la Alameda y la iglesia del Carmen, (como en la imagen en color), hasta la casa.
En esas cuatro viñetas vemos la gente que ríe o canta o pasea. Los disfraces son escasos, y en cualquier caso elegantes: las fiestas se celebran de puertas para adentro.
Y a la fiesta en la casa de Clara es donde se dirige Ernesto.
Se detiene en la puerta y comprueba la carta que hemos visto antes, una carta que ahora sabemos es de Clara.
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Acercamiento a las manos y la carta, donde vemos parte del texto escrito antes de empezar el flashback.
El flashback es, básicamente, lo mismo que ya vimos en el álbum número 3, el momento de la construcción de Cortadura que ya dibujó Andy: En un par de viñetas, la gente trabajando en la playa, y Clara y la esclava negra, poniendo también manos a la obra.
Ernesto la ve, titubea. No se atreve a hablarle. Reparte el texto por donde quieras de las viñetas. La rotulación, ahora, con “letra” distinta, pues es la contestación de Clara.
No quiera Dios, caballero, que estas letras que me atrevo a responderle caigan en otras manos que no sean las suyas. En su honestidad confío: pongo en su buen juicio, señor, el contenido de lo que aquí le expreso.
Lo he observado a usted observándome, en efecto. Alborea un nuevo siglo, y ese siglo ha de ser de nosotros, que hoy somos jóvenes. Estamos construyendo, como construimos en La Cortadura, los cimientos de un mundo nuevo.
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Ellas siguen trabajando, Clara parece algo mareada.
Alboroto general: con el calor, Clara se ha mareado. La vemos sentada en una de las piedras de la construcción, mientras le negrita Herminia le da aire con un abanico. Un grupo de jóvenes burgueses acude al rescate. Viñeta grande.
Ernesto en segundo plano, arremangado, una pala en la mano. No se atreve a intervenir.
Clara acepta gustosa la mano de un oficial, que se la lleva.
Lo he visto a usted mirarme y me he sorprendido a mí misma mirándole. No se escandalice usted si yo misma no me escandalizo.
No comprenderán nuestros mayores que vivimos tiempos de esperanza, aun en la guerra. Ellos han vivido un tiempo yermo, pero la primavera nace en nosotros.
Nuestro es el futuro, don Ernesto. Un futuro basado en la comprensión de lo que significa el ser humano. Y el ser humano no es egoísmo, sino sentimiento.
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Un carruaje que parte llevándosela. Ernesto y la negrita la miran marcharse. En segundo plano, risueña, exhibiendo encantos ante los trabajadores, Teresita la reina.
Viñeta de paso del tiempo: la construcción paralizada, no hay nadie atendiendo la obra, quizá llueve.
En la puerta de la misma casa que hemos visto antes, pero en el pasado, de noche, Ernesto espera.
La puerta se abre y la negrita Herminia aparece.
Texto de Clara:
En la tertulia de doña Margarita López de Morla he aprendido que tanto a los hombres como a las mujeres puede unirnos una misma preocupación y una misma responsabilidad hacia el futuro.
He de confesarle que a escondidas he leído algunos de sus escritos, y me solaza comprobar que esa misma sensibilidad y esa misma preocupación no nos separa, sino que nos une.
Me alegra, pues, confesarle que aunque no hayamos cruzado nunca dos palabras pueda considerarle mi amigo.
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Ernesto le entrega una carta a la criada negra.
Se marcha corriendo, solo: ha empezado a llover otra vez.
Amanece sobre la ciudad. No llueve.
Una plaza, un parque, un bulevar, quizá la misma Alameda. Protegida por un parasol, acompañada por una señora mayor, Clara. Detrás, la criadita negra.
Ernesto las saluda cortés al paso.
En viñeta 1. Cuando entrega la carta a Herminia, bocadillo de Ernesto: Por favor, entrega esto a la señorita.
Herminia: Pero…
Y luego el texto de la carta repartido por la página
No puede usted imaginar, Clara, con qué fuerza late mi corazón desde que el suyo me habla con sus cartas. Con su ánimo, presiento el final de estos sinsabores que nos trae la guerra.
El principio del amanecer de un futuro donde los destinos no vendrán marcados por cuestiones de nacimiento ni de fortunas, sino por la razón en equilibrio con el sentimiento.
Saber que está usted ahí llena mi vida de luces y de sueños.
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Primerísimo plano de los ojos de ella.
Desde el punto de vista de Ernesto, las tres se marchan. Ella deja caer un pañuelo.
Ernesto recoge el pañuelo.
Y me atrevo a soñar, sí, con que haya un momento, por fugaz que sea, en que pueda expresar de viva voz la simpatía que me profesa, el torbellino de emociones que despierta en mí su existencia.
Un minuto a su lado seria una eternidad en la gloria.
Aunque quisiera decirle tantas cosas que no tendría tiempo, ni palabras, para expresarlas todas.
BERNABÉ cuando abre la puerta: Buenas noches, señor.
Terminamos el flashback y volvemos al presente. Ernesto entra en la casa, cubriéndose la cara con una máscara de gato joven (es una alusión a Romeo y Julieta, por cierto; el disfraz de ella, que no llegará a verse puesto, es de pájaro).
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En dos o tres viñetas vemos la mansión, el patio, las escaleras, un gran salón. La documentación del libro de fotos del 12 viene aquí de perlas. Hay gente de uniforme, gente normal y corriente apenas disfrazada con un antifaz que sostienen delante de la cara. Los disfraces que hay son de fantasía, como sólo son capaces de disfrazarse los ricos.
Hay gente que charla con ese estilo tieso y elegante. Hay criados negros de librea, muy tiesos, sirviendo copas en bandeja. Junto a una puerta, hierático, está BERNABÉ, el esclavo negro que luego veremos en el álbum “Moreno”, y que es el pretendiente, sin posibilidades, de la esclava de Clara. Bernabé tiene un fisico semejante al de Babá de los tebeos de Barbarroja.
Para recalcar la importancia del personaje, Ernesto y él cruzan una mirada. Así vemos que en el fondo los dos personajes, enamorados, son paralelos.
Bernabé se acerca a la criada negra, le susurra algo al oído.
BERNABÉ: HA VENIDO… AVISA A TU SEÑORA…
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La negrita se da la vuelta y se dirige a las escaleras (debe interpretarse que para avisar a Clara)
Primerísimo plano de los ojos de Ernesto, las gafas mojadas. Empieza un nuevo flashback.
Otra vez está lloviendo. Ernesto, con sus papeles y sus notas, corre para ponerse a resguardo de la lluvia.
Entra en un comercio (¿una librería?)
Clara está allí dentro. En este momento, está sola
TEXTO DE CLARA:
Las palabras se las lleva el viento, mi buen amigo. Nos han educado para desconfiar de ellas.
Y sin embargo, ¿qué sería de nosotros sin las palabras? ¿Cómo podríamos expresar nuestros sentimientos, nuestras ideas, nuestros afanes de cambio, nuestros anhelos de mejora?
Las palabras son, a la postre, lo que de nosotros quedará. Por eso los libros que tanto amamos son un tesoro incalculable.
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Los dos se miran.
Ernesto saca el pañuelo. Se lo devuelve.
Ella sonríe.
Viñeta grande, enormemente romántica. Es decir, enormemente cursi. Ellos dos, solos, charlando en un jardín, bajo un emparrado, entre flores, arco iris, pájaros, lo que se te ocurra. En un segundo plano muy remoto, si cabe, podemos ver a la criada negra, que es cómplice de estos encuentros.
Viñeta 1 :
ERNESTO: Buenas tardes, señorita.
CLARA: Caballero…
Viñeta 2:
ERNESTO: Creo que he encontrado…
Viñeta 3:
ERNESTO: Este pañuelo que perdió usted en su paseo.
Viñeta 4:
Clara: Oh, lo encontró usted…
Texto en la viñeta del parque: la primera mitad con la letra de Clara. El segundo texto, que sigue la frase, con la letra de Ernesto.
TEXTO CLARA: Las palabras, buen amigo, son la música del alma.
TEXTO ERNESTO: Y cuando las almas se remansan solo suena un corazón.
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Volvemos al presente. Ernesto sigue esperando, a cubierto del disfraz.
Vemos que consulta su reloj.
Un hombre viejo, gordo, con máscara algo estentórea (un gato grueso y malcarado, algo agresivo), está charlando con otro hombre mayor, algo más elegante, el padre de Clara. El hombre mayor es DON ATAÚLFO el pretendiente de Clara. Ambos conversan con un militar español joven (Evaristo, el hermano de Clara, del álbum anterior) y un militar inglés alto y elegante, de gran graduación, que no es otro sino WELLINGTON.
DON ATAÚLFO: Confío en que pueda usted asistir, mister Wellington.
WELLINGTON: It will all depend on the course of the war, my friend.
Iniciamos un nuevo flashback.
Viñeta alargada. En pose exagerada, delante del espejo de su cómoda, desconsolada, Clara, tendida sobre la superficie de la cómoda, llorando, las faldas de encajes y miriñaques desplegadas a su alrededor. A un lado, impertérrito, su padre.
Texto de Clara: ¿Pero qué hacer cuando la música se apaga, cuando se convierte en un corazón que ya no late?
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Escena de numerito familiar. Clara llora, suplica, implora. Es una escena muda en tanto no vemos lo que dicen, pero debemos entender perfectamente lo que pasa. Clara ha sido “vendida” a don Ataúlfo por acuerdos entre los mayores, y ella se opone y llora y patalea.
VIÑETA 1:
CLARA: PADRE, YO NO….
VIÑETA 2:
Clara: MADRE….
El padre no cede. Vemos su rostro severo, ceñudo.
Clara se vuelve hacia su madre, pero ella sólo muestra comprensión y algo de lástima: también ella ha sido obligada a un matrimonio de conveniencia.
La madre sonríe y acaricia a su hija en la espalda o la cabeza mientras la abraza. Es una mujer dulce y mira hacia el marido mientras lo hace, como diciendo “déjame a mí, que yo lo arreglo”.
TEXTO DE CLARA:
Para que vuelva a sonar la música es necesaria la libertad, esa libertad que hemos aprendido a desear. Esa libertad que se está debatiendo en nuestras mismas calles.
Primerísimo plano de Clara, llorosa. Está sola. Acaba de tomar una decisión.
Escribe una carta.
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Le entrega la cara a Herminia, la criada.
CLARA: Herminia, entrégale esta nota a tu amigo Bernabé. El podrá entrar en la sesión del Oratorio.
Herminia, a su vez, entrega la carta a Bernabé. Puede verse o no que están delante del Oratorio de San Felipe.
Bernabé sube a la sección del público del Oratorio, donde están los curiosos y los periodistas.
Bernabé se abre paso entre el público asistente, donde vemos a Ernesto tomando notas.
Le entrega la carta de Clara a Ernesto.
BERNABÉ: Don Ernesto.
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Ernesto abre la carta, la lee.
Vemos la carta de ella, con la letra manchada de tinta corrida por las lágrimas.
Ay, Ernesto, qué ilusoria nuestra felicidad, qué breve nuestra dicha.
Mi padre me ha prometido en matrimonio a un viejo al que no amo. Don Ataúlfo de la Roca, el hacendado.
¿Cómo puedo expresar la frustración que me embarga?
Expresión de confusión y dolor en Ernesto.
Al volver la cabeza, entre el público burgués que asiste a la sesión de las Cortes, vemos al padre de Clara y a don Ataúlfo, dos colegas y futuros parientes muy sonrientes.
Salen del Oratorio. Los dos burguesones comentando sonrientes la sesión. Detrás, encogido, deprimido, Ernesto que los sigue.
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Los sigue por la calle, como un fantasma o una sombra funesta.
He llorado y protestado, he gemido y me he rebelado. Mi vida es mía y no le pertenece a él. Sólo quiero un dueño de mis días, y ese eres tú, Ernesto.
No me importa que seas pobre. No me importan las riquezas de don Ataúlfo, ni que con sus dineros mi padre pueda poner a flote de nuevo su compañía consignataria.
No soy un juguete en sus manos. Soy hija del siglo. Quiero ser dueña de mi futuro. Y mi futuro es contigo.
Los dos hombres llegan a la casa de Clara y entran. Ernesto se queda en la calle.
Vemos a Clara en la ventana. La ventana tiene barrotes y ella parece exactamente un pajarillo enjaulado.
Ella deja caer un papelito desde la ventana.
Ernesto corre a recoger el papel.
Vemos que pone FUGUÉMONOS.
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Ernesto arruga el papel, en pose algo dramática, contra su corazón.
En su cuarto pobre, lo vemos hacer una maleta.
TEXTO: Lo dejaré todo. Sí, lo dejaremos todo. Escaparemos juntos, Clara. Lejos de este Cádiz pequeño. Lejos de este mundo que despierta y no es capaz de sacudirse las cadenas de lo antiguo.
En su habitación rica, con la complicidad de la esclava Herminia, Clara prepara unas cuantas cosas.
Durante una cena, vemos que Clara, demacrada, no toca el plato.
VIÑETA 4
MADRE: ¿No comes, niña?
VIÑETA 5:
CLARA: No tengo apetito, madre.
Clara tirada en la cama, la madre entra.
Cierra la puerta como Mary Jane en aquel episodio de Spiderman.
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Volvemos al presente. Clara ante el espejo, mirándose. Tiene el disfraz alrededor, la máscara sobre la mesa. Es un disfraz de pájaro, de canario. Está seria.
TEXTO: El domingo de Piñata. En la fiesta de disfraces de tu casa. Me aventuraré a recogerte. Tenlo todo dispuesto.
Huiremos a las Américas, seremos dos exploradores en mundo desconocido donde nadie despreciará a nadie por su color, ni por su dinero.
Herminia entra.
Las dos mujeres, ama y esclava, se miran.
HERMINIA: Está esperando en el jardín.
Clara entrega a Herminia una nota.
Herminia, a su vez, entrega la nota a Ernesto en el jardín.
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TEXTO CLARA:
Sirvan estas líneas, querido amigo, como disculpa y arrepentimiento. Tras los sueños de la noche, llegan las luces del amanecer.
El día rompe los espejismos. Los encantamientos desaparecen cuando el sol ahuyenta a la luna.
Me debo a mi familia. He comprendido la necedad de mis caprichos. Soy una hija obediente y debo volver al redil del que formo parte.
Ruego disculpe mis errores. Sé que podrá superar este malentendido. Sé que seguirá usted buscando un futuro luminoso donde podrá hacer feliz a otra muchacha.
Ernesto lee la carta, rodeado por la noche.
Le tiembla en las manos.
La rompe desconsolado.
La deja caer al suelo.
Se pierde en la oscuridad de la calle. Los trozos de la carta, como una cascada, se confunden en el suelo con los papelillos.
Vemos los restos de las cartas anteriores, y los siguientes fragmentos dentro de las cartas
Estamos construyendo los cimientos de un mundo nuevo.
Nuestro es el futuro
FIN
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Categorías: Guiones de comic