Risto Mejide, no sé si lo saben ustedes, es un disfraz. No es auténtico: es un personaje. Moldeado, pero con gafas, a imagen y semejanza de un tal Simon Cowell, que tuvo la idea de un programa de televisión llamado 'Britain's got talent', donde aparte de forrarse mucho más que cualquiera de nuestros implicados en tramas irresolubles, inventó ese personaje desabrido, antipático y provocón que ponía de chupa de dómine a los pobres conejillos de indias que se presentaban a los diversos castings con ganas de comerse el mundo.
Lo mismo, sí, además, el señor Mejide es un sieso manío en su vida privada. Me da igual. Es su trabajo y dispara con salvas. Lo que no me da ya tan igual, lo que me molesta una barbaridad, lo que no me saca de mis casillas porque tengo el buen gusto de dedicarme a ver otras televisiones, bajar otras series de internet o leer otros libros, son toda esa caterva (la caverna, como la llaman) que aplican a todas horas la estrategia de Risto Mejide, que se convierte a su lado en un angelito de la guarda. Todos esos señores enchaquetados, de rancio abolengo, corbata a juego, que ven la vida en clave de conmigo o contra mí, que desprecian, insultan, zahieren, despotrican, y prácticamente claman por un aquelarre, un juicio de Dios, un auto de fe o una ley de Lynch para todos aquellos que no están a su cuerda. No sé si, como el caso de Mejide, son auténticos o si son un disfraz, si aparte de ser unos catetos como se creen que son quienes no piensan (ni votan) como quisieran ellos son además unos cínicos de tomo y lomo: la principal característica del fascismo es precisamente el cinismo.
El Partido Popular, en el que posiblemente ni siquiera militen muchos de estos pájaros de mal agüero, ha obtenido mayoría de votos en Andalucía, pero posiblemente no podrá gobernar porque la política es, precisamente, el pacto y el diálogo, y las matemáticas (también en esto) son irrefutables. De ahí a condenar a todo un pueblo, a llamarnos de todo como nos han llamado, media un abismo. Incluso alguno ha jurado no venir más a Andalucía. Seguro que no es capaz de cumplir su amenaza. Lástima.
Los payasos de la antigua tele jamás insultaron a nadie.
Publicado en La Voz de Cádiz el 2-4-2012
Comentarios (27)
Categorías: La Voz de Cadiz