Uno se pregunta, cultura de cine, si a Robocop le hacen daño las naranjas. Sabe, desde los tiempos en que a Indiana Jones le firmó el cuaderno de notas de su padre el bello Adolf, que el arma de destrucción masiva más grande que existe son los libros que en Berlín quemaron. Sabe también que no se pueden matar moscas a cañonazos y que la letra no debe entrar con sangre. Sabe que en las películas la policía se entrena pegando tiros en un circuito a unos blancos de cartón: un ruso, un integrista, un terrorista tuerto. Bang, al coco o al pecho. Si les sale una madre y una niña y con la emoción del ejercicio les dan también, no pasan el psicotécnico. En las películas, además, existen esos otros policías de los policías: los de asuntos internos.
En Valencia ha habido una protesta estudiantil, dicen que por un no me quite usted el radiador que me congelo y después no me entiendo la letra de los apuntes, y tras cortar la calle unas cuantas veces les han mandado a las fuerzas del orden público. Y cundió el desorden. Todos hemos visto las imágenes, las manipuladas y las que no, y cuando digo las manipuladas me refiero tanto a las manipuladas por una esquina ideológica como las manipuladas por la otra (hoy es tan fácil cambiar una imagen como tergiversar una noticia escrita). Y, sí, admitamos pulpo como animal de compañía y aceptemos que, como en toda manifa, haya elementos incontrolados que ni son estudiantes de la ESO ni nada, pero admitamos también que la fuerza con la que han dado los palos ha sido desproporcionada, teniendo en cuenta lo peligroso que era “el enemigo”, tremenda metedura de pata del señor que habla y envía a dar los palos y al que solo le ha faltado, cine de nuevo, decir aquello de lo mucho que le gusta el olor a napalm antes de desayunar.
Esto empieza a dar miedo. Los ciudadanos no somos el enemigo de nuestras fuerzas del orden, que son trabajadores como nosotros, a los que se aplicará, me imagino, las mismas condiciones draconianas que nos aplican ya a los demás. Vendrán muchas protestas más, visto lo visto. Y si con los chavales se ha pretendido dar un aviso para navegantes, han vuelto a equivocarse. Otra vez. Tan pronto.
Publicado en La Voz de Cádiz el 27-02-2012
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