Aquel 6 de Enero sería distinto a los demás, cuando el Rey salía por la ventana y fue sorprendido por el anciano:
¿Como puedes verme? -Le dijo el Rey, ora blanco, ora negro-
-Llevo mas de setenta y siete años esperandoos a que cumplais uno sólo de mis ruegos, mi lado infantil está intacto.
¿Y que es lo que quieres que durante setente y siete años nos has perseguido?
-Aquello que no se puede comprar ni atesorar, sólo dadme un poco majestad.
El Rey, sonriendo extendió una botella vacía con un simple tapón de corcho.
-La recompensa a tu perseverancia puede ser tanto alegría como eterna tristeza. Buena suerte.
En cuanto destapó la botella, el tiempo paró a su alrededor, pero su deseo obligó a la botella a absorber el tiempo a su alrededor hasta que todo se oscureció.
Abrió los ojos después de que el aroma a pan recien hecho inundara sus narices.
Su hermano volvió a retorcerle la oreja mientras susurraba "Chsst, levanta, a ver si padre y madre nos han dejado algo y si no, vamos a por el vino de misa de Paco antes de que las viejas lleguen y lo eche en falta."
Él se quedó quieto en la cama, esperando a madre y su beso, recordando como se llamaba aquella chica del pueblo de al lado, que le sonreía desde el banco de adelante en misa de doce, de ojos azules y largos refajos, a la que nunca besó, y a Padre que le obligaría a ir al campo depués, al que nunca tuvo tiempo de decirle cuanto le echó en falta cuando todo empezó y madre marchitó...
Pero aquel día, aquel día el sol brillaba, aún era pronto, sonrió y dió media vuelta en la cama con el colchón relleno de lana en el qe se hundía...y sonrió...
Luego dirían que murió sólo, en un sofa, con una botella en la mano y una sonrisa en la cara, una sonrisa y un mechón rubio en su mano que nunca pudieron explicar.
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