Que nos está pillando el toro en esta Diada particular nuestra que es el Doce creo que no lo puede negar nadie. Entre la crisis global, los problemas de financiación, las distintas y contrapuestas administraciones que se han solapado unas a otras, las exposiciones que no han sido y las que de pronto aparecen, los puentes que no avanzan, los trenes de alta velocidad que no sabemos si son, parece que esto al final acabará siendo solo un lunes festivo (a cambio de un domingo allá por octubre) y una merienda no de negros, sino de mandatarios foráneos que vendrán a ponerse hasta el colodrillo de langostinos y croquetas mientras la gente de a pie se fastidiará con los atascos de tráfico que estas concentraciones traen siempre consigo.
Lo mismo la tontería que propongo ya está prevista, porque a fin de cuentas tampoco tenemos claro qué va a hacerse o no va a hacerse. Pero en fin, ahí va, y será barata: 19 de marzo de 2012, dejen ustedes (y nosotros) para la posteridad una cápsula del tiempo. O sea, sellado en el monumento de las Cortes, o en el Oratorio, una caja de metal, estanca, con mensajes de nosotros a nuestros bisnietos, para que se abra dentro de otros cien años, para cuando se celebre en Tricentenario.
Y allí, sí, con los periódicos del día, el discurso de marras de los políticos, un ejemplar de las dos Constituciones, planos del Cádiz de ahora, escritos de colegiales, libros de estudio y cedés con música de ahora que lo mismo no se puede reproducir ya entonces, el recuerdo de nuestro paso por aquí, lo que quisimos hacer en el Bicentenario, lo que quedará de este Cádiz dentro de un siglo, que serán tres desde las Cortes. Quizá entonces se rían de nuestros esfuerzos, o los cotejen con lo que hayan hecho, y nos comprendan mejor tanto a nosotros como a aquellos que se reunieron en esa ciudad asediada que se parece tan poco a la nuestra, como no se parecerá nada la que abra esa cápsula.
Venga, hombre, que quedará muy bien en la foto. Y dentro de un siglo lo mismo será la primera vez que se abra un agujero en Cádiz y no aparezca un fenicio, sino nuestro tiempo.
Publicado en La Voz de Cádiz el 28-11-2011
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