Pedro Angosto ha montado en cólera (por decirlo de alguna forma, ya sé que no es pa tanto) ante las declaraciones que ha hecho Carlos Pacheco a los medios estos días. Pacheco, lo saben ustedes, mi primo, está haciendo X-Men para Marvel Comics, y como los becarios que se encargan de los periódicos digitales y los becarios que se encargan de rellenar los telediarios de los fines de semana son también primos, ahora ha saltado la noticia de que, en efecto, está haciendo la Patrulla X. O algo que se le parece algo.
Dice Carlos en una de las diversas entrevistas, algo cansado de repetir lo mismo ante gente que a veces no tiene ni idea de lo que pregunta (recuerdo que Tximo Rovira, cuando hacíamos los 4F, nos hablaba de los personajes y, al final, le dimos las gracias porque decía "La Cosa" y "La Antorcha Humana" y no "El hombre de piedra" o "El hombre de fuego"), que los tebeos no tienen nada que ver con el cine, cosa que sabemos todos los que más o menos nos dedicamos a esto del tebeo, aunque sea tangencialmente como es mi caso, y que no se trabaja con personajes, sino con franquicias.
Esa es la madre del cordero. El mundo no es como creemos que es, ni como quisiéramos que fuera. Es como es, y tiene dueño. En el caso de los tebeos, dueños que además se pasan las acciones de mano en mano y que tienen todo el parqué hipotecado (al cine y la tele, entre otras cosas que dan mucho más dinero que los cómics). Con lo cual, cualquier intento medianamente honroso de hacer tebeos novedosos queda condenado cada dos por tres a volver a la casilla de salida.
Nadie puede poner el cascabel al gato. Compara uno el estado del universo Marvel (que es el que más o menos conozco o más o menos domino) de hoy en día con el que he estado revisando estos días con el libro de Pierre Comtois que hemos visto un par de artículos más abajo, y comprende que esto es una bola de nieve que va sin frenos y cuesta abajo y que no se puede parar ya. Se puede innovar y cambiar durante, pongamos, diez años. Se puede mantener la ilusión de cambio durante otros veinte años más. Pero si no se arriesga en la propuesta, si se vuelve una y otra vez atrás (que no es lo mismo que volver a lo básico) las historietas están condenadas de antemano.
¿De qué sirve, hoy por hoy, que el juego máximo de la Marvel de estos diez últimos años sea la muerte de una serie de personajes para que vuelvan a resucitar como quien no quiere la cosa dentro de unos pocos meses o unos pocos años? ¿Para qué ese juego? "Lo que está muerto debe permanecer muerto", que fue consigna de Jim Shooter durante al menos media década. Eso que ya nadie se cree y que, cuando se hace y se hace bien (por ejemplo, la muerte de Steve Rogers y su sustitución por Bucky Barness) se va a hacer puñetas porque, ay, coincidiendo con la película, con el merchandising o con lo que se le antoje a los editores-que-no-son-editores, el status quo tiene que ser el del principio.
Marvel (insisto, hablo de Marvel porque DC no es mi fuerte) se ha convertido en el cerdo del que todo se aprovecha. No hay personaje que no se vuelva a rescatar, a ver qué sale: ahí tienen ustedes, que vuelve la Araña Escarlata, con la de palos que le dieron los lectores en su momento y el error tan espantoso que fue la saga del clon, el punto donde tantos lectores veteranos se bajaron para siempre de la saga de Peter Parker.
Los personajes están condenados a agotarse si el factor sorpresa de lo novedoso se rehace una y otra vez. Si un autor mata a un personaje y el siguiente lo resucita. Si tenemos que hacer borrones y cuenta nueva (mefistazos y similares) para que nos encaje la historia que luego otro desencajará en cuanto pueda.
Marvel sigue creyendo, a estas alturas, que lo que hay debajo de las máscaras y disfraces de sus personajes es lo que interesa al lector. Pudo ser así cuando había coherencia, cuando nos interesaba la vida de Peter, o de Matt, o de Reed o de Banner, pero no ahora, cuando no se reconocen ni a los alter egos civiles ni a los diversos uniformes que de vez en cuando se sacan de la manga (Spider-Man de blanco, por Dios bendito), y cuando el problema del exceso de población mutante se parchea creando más mutantes.
El mundo real es evolución y muerte, es cambio e imposibilidad de dar marcha atrás, es sorpresa y decepción y es ilusión y engaño, es cometer errores y tratar de buscarse la vida de otra forma. Kirby planteó en principio su Cuarto Mundo como el futuro del Universo Marvel. Los X-tatix demostraron que se puede sustituir un enmascarado por otro sin ningún problema. Byrne demostró que el camino a seguir no podía ser diferente al de Generations.
Pero el juguete tiene que volver al cajón continuamente: no se gasta, no se rompe. Se agota por abuso. Y se le da una capa de pintura y se hace creer que funciona todavía. Pero su mecánica no funciona desde hace mucho tiempo.
Y lo malo es que, aunque el dueño de la franquicia no se lo quiera creer, se nota.
Comentarios (100)
Categorías: Historieta Comic Tebeo Novela grafica