Me llegó hace un par de días esta "guía de campo de un fenómeno de la cultura pop", escrito por Pierre Comtois y publicado por TwoMorrows. Y solo puedo decir, a pesar del feo diseño (Marvel "pidió" cambiar la elegante portada original, y el interior queda un poco deslavazado, con aspecto de revista de la casa y no de libro al uso), que se trata de un trabajo indispensable para entender qué fue y qué supuso la revolución Marvel de los años sesenta.
Porque, verán, ni ustedes ni nosotros estuvimos allí. Los tebeos Marvel que conocimos gracias a Vértice se publicaron con desfase y con desorden; los tebeos Marvel que se reeditan de vez en cuando en formatos Omnibus o TPs pierden lo que no podemos más que imaginar cincuenta años más tarde: la creación sincronizada, número a número, del universo creativo que todos conocemos.
Y este libro proporciona ese scope: nos va informando del orden de salida de cada una de las colecciones (16 en total, bimestrales, porque Marvel solo podía publicar 8 al mes por su acuerdo de distribución con la National, o sea, con lo que luego sería DC, la competencia en todo caso), y cómo poco a poco cada número va sumando en el todo. Comtois insiste en que puede que fuera un experimento de prueba y error... o tal vez no, porque las coincidencias son demasiadas (la recuperación de Namor y el Capitán América en los números 4 de Fantastic Four y The Avengers respectivamente; o la aparición de Doctor Doom en los números 5 de los FF y de Spider-Man) para achacarlas a la casualidad.
Con un breve resumen de los tebeos comentados (no, no tiene nada que ver con los Official Marvel Handbooks), nos ponemos en situación de lo que debió significar aquella revolución estilística y temática. Comtois no se duele prendas al constatar que Kirby al principio trabaja a medio gas, dando más importancia a su trabajo en los westerns de Rawhide Kid que en los Fantásticos, mientras que Ditko sí se entrega en cuerpo y alma en cada tebeo que presenta, tanto en los inevitables Spider-Man o Doctor Strange como en Hulk, donde su dibujo muestra por primera vez al alter ego de Bruce Banner como un bruto enloquecido e imparable.
Comtois nos descubre el primer crossover nunca reconocido de Marvel: cuando Hulk es cancelado por falta de dirección clara, Lee refugia a su monstruo verde en diversas colecciones: hay una búsqueda de Hulk que arranca en los Vengadores 3 y se prolonga en Journey into Mistery 111, continúa en Vengadores 4, sigue en Fantastic Four 25 y 26 y concluye en Vengadores 5. Un año de continuidad controlada por el guionista-editor que parece saber muy claramente a qué juega y qué pretende.
Porque, y es raro en una editorial como TwoMorrows, tan posicionada del "lado Kirby" en esta historia, Pierre Comtois analiza el trabajo indispensable de Stan Lee, su valor como motor de toda esa revolución, su capacidad de imbricar a sus mejores dibujantes en el proceso creativo (hubo otros, y se citan, que no fueron capaces de seguir el "estilo Marvel"). Lee es reconocido aquí como el gran guionista que fue, el rompedor de tabúes sociales y de condicionamientos narrativos, el editor capaz de sacar lo mejor de los genios que tenía a su alrededor. Y Comtois señala que es gracias a Lee que Ditko primero y Kirby después desarrollan su enorme potencial creativo, y reconoce que posiblemente el trabajo de ambos dibujantes fue más allá, casi desde el principio, de su participación como "mano" de Lee. Cuando termine de leerlo (voy por la mitad nada más) ya comentaré cómo valora a la luz de sus datos las partidas de los dibujantes y los cismas internos.
Se trata de un libro ameno que cubre solo los primeros años balbuceantes y el momento de consolidación y luego de grandiosa explosión creativa. Se anuncia un segundo volumen dedicado a los años setenta. Una oportunidad de oro para intentar poner en orden ese rompecabezas que no pudimos conocer mes a mes y que ahora, quizá, podamos entender un poco mejor al verlo en su desarrollo.
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