Como siempre, en el término medio está la virtud. Ni una cosa ni otra, ni tanto ni tan calvo, que se dice por aquí abajo. Vale que los fans son esos señores que se empeñan (nos empeñamos) en saber de tu obra más que tú, a veces hasta extremos incordiantes, pero tampoco pueden (podemos) perder la objetividad a la hora de apreciar los productos que amamos.
Los fans, en ocasiones, se erigen en garantes de las virtudes de universos narrativos sobre los que, por lo demás, nunca han tenido ni control ni nada que aportar excepto su dinero. Son los que se quejan de que la adaptación al cine de El señor de los anillos es corta (y deja fuera a Tom Bombadill), los que analizan con lupa cualquier alteración de los peinados de los personajes cuando se intenta retocar la saga de Harry Potter, los que analizan y se cabrean si el motor de fusión de la Enterprise alcanza la curvatura cuando no debía. O, naturalmente, los que estarían dispuestos a echar mano de las antorchas y las azadas cada vez que George Lucas retoca un píxel de su saga galáctica.
Pero, ay, héte aquí que también existe el otro fan, el que se lo traga todo, el que lo acepta todo, el que no sólo no dice nunca no es esto, no es esto, sino que aplaude con las orejas cualquier inclusión contemporánea en los héroes de su infancia. No sé si esto existe también en el extranjero (imagino que sí) pero lo veo, y mucho, y cada vez más, y en internet, con los personajes de tebeo que configuraron la infancia de quienes fueron niños antes que yo. O sea, con los lectores que aceptan a pies juntillas cualquier nueva inclusión en el mundo contemporáneo de sus personajes de historieta.
Esos fans han perdido, me parece, el sentido crítico. No vale aceptar todo lo que llega. Y no, no voy a entrar aquí en disquisiciones sobre la infancia recuperada y demás. Esos sus héroes son también mis héroes, pero no comprendo cómo los fans de hoy de, pongamos, nuestro Capitán Trueno, nuestro Jabato o nuestro Guerrero del Antifaz aceptan sin poner ni un solo pero lo que se está haciendo hoy con esos personajes, tanto en tebeos de dudosa valía en el contexto de las aventuras de esos personajes (que vieron su cenit, recordemos, hace cincuenta años o más) como en adaptaciones cinematográficas, sean estas amateurs o profesionales.
Sí, lo reconozco, yo también quisiera leer nuevas historias de El Capitán Trueno. Rayos, incluso querría escribirlas. Sí, lo reconozco, si hay un personaje que podría ser reinterpretado (ojo, digo reinterpretado, no continuado) a la luz del mundo de hoy sería El Guerrero del Antifaz. La moda de los gladiadores podría hacernos recuperar, con un tono adulto, al Jabato.
Pero para hacerlo hay que poner dinero, hay que poner ilusión, hay que poner conocimientos. Hacen falta dibujantes que no desmerezcan el pasado, que no arrollen la memoria de lo que ya se hizo.
Y hacen falta lectores que, cuando vean que lo que se está haciendo no está a la altura, expresen en voz alta su desconcierto.
Pero me temo que no caerá esa breva, claro. Mira que llevarnos cuarenta años a la espera de nuevas aventura del Capitán y cuando aparecen lo hacen con un álbum llamado "La MUERTE del Capitán Trueno"...
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