A pesar de lo trascendente de la temática de su obra más famosa, Arrugas, Paco Roca cultiva en todas sus historias un humor amable y cotidiano, naif en ocasiones, inteligente y sutil. Sus personajes se debaten casi siempre contra lo inexorable del entorno que les rodea, ya sea una residencia de ancianos, las calles de una ciudad laberíntica, el anecdotario de bolos y salones o, como en este nuevo caso, la propia casa donde nuestro autor hace su vida en pijama.
Publicado por entregas auto-conclusivas durante año y medio en el periódico valenciano Las Provincias, el nuevo libro de Paco Roca es un repaso divertido a su situación actual. Paco se ha convertido en un referente de la historieta en nuestro país, pero no deja de ser aquel muchachito tímido que se daba buenas trazas con el dibujo y miraba al mundo con los ojitos muy redondos. La autocaricatura que hace de sí mismo es deliciosa.
Memorias de un hombre en pijama es un divertido anecdotario de situaciones vividas, inventadas o imaginadas, algunas propias, otras ajenas, una mirada crítica a sí mismo, con humor y con ternura, que arranca en ocasiones la sonrisa cómplice y en otras la carcajada a mandíbula batiente. Mientras leía estas historias me acordaba continuamente de la escuela Bruguera: si hoy existiera todavía aquella filosofía del Pulgarcito de la posguerra, serían estas memorias (y no, por ejemplo, lo que se hace hoy en El Jueves) lo que acercaría al lector (y al autor) a su tiempo y sus circunstancias. Con un algo de Calvin y Hobbes y otro algo de Zits! (a la espera de que algún día Paco vuelva la mirada y nos presente su versión personal de Baby Blues), Paco Roca nos habla de la soledad del free-lance, del hombre que trabaja en casa y en pijama y, al mismo tiempo, sale porque se ve obligado a presentar sus libros en todo tipo de saraos.
La burla es amable, ya digo, pero es burla a fin de cuentas, y resulta imposible no sentirse identificado con lo surrealista de alguna escena (las salidas en falso para los viajes, la célula fotoeléctrica de los cuartos de baño, la reflexión sobre la espera eterna y el veloz paso del tiempo).
Una obra, lo reconoce de refilón, hecha por compromiso y que sin embargo se convierte en personalísima y viva. Tras año y medio, antes de quemarse en ella (¡y cómo comprendo su agobio al tener que estar la semana entera planteando las viñetas de cada domingo, si yo mismo me paso la semana dándole vueltas a los tres parrafitos que escribo para la prensa local cada lunes!), Paco decide cerrar la tira, sin aspavientos, volviendo a esa burbuja de ordenadores y pijamas con las iniciales bordadas, al jilguero que lee y observa con cierto retintín sabio, a los amigos que se encuentran y no tienen nada que decirse.
Doce viñetas por entrega, que se dice pronto, componen un fresco entrañable. Cualquier otro habría resuelto el encargo con una tira de tres viñetas. Paco, que no sabe decir que no, recrea en ese espacio que él mismo se ha acotado una lección de saber mirar y, sobre todo, una lección de saber contar.
Comentarios (12)
Categorías: Historieta Comic Tebeo Novela grafica