Decían los deportistas aquello de más alto, más rápido, más fuerte. Y lo decían en latín, que tiene más mérito. Pero esa búsqueda del horizonte no es privativa de nadie, o estamos contagiados de ella todos nosotros. Y cada vez más, que la tecnología es como es.
Ahí tienen ustedes, generaciones de chavales que no se hallan sin la blackberry o sin el i-Phone, como antes no se hallaban sin los tazos, las canicas o todos los soldados del mundo de Comansi. Si un cachivache tiene más de dos meses, aunque funcione, pertenece al mundo olvidado de los recuerdos en blanco y negro. No me compres todavía el i-Pad, que sale una versión nueva dentro de tres meses y tiene un montón de aplicaciones en retahíla de consonantes que no entiende ni su padre (o sea, yo mismo). Y a ver si te cambias ese móvil, o me lo prestas, que aunque sea una antigualla tiene android, conexión a internet y pantalla LED, y trasteándolo un poco se puede conectar con twitter.
Uno se queda atónito cuando descubre que el enganche a lo electrónico es contagioso (mi mujer ya me ha prohibido que compre el blue-ray de “La guerra de las galaxias”, entre otras cosas porque no tenemos blue-ray y sí las películas en otros tres formatos distintos; pero caerá), y ese enganche no solo lo tenemos los curritos de este estado del bienestar que va a durar menos que un helado en el Sáhara. También lo tienen los políticos.
Y ahí tienen ustedes, oigan, la ciudad regada de pantallas electrónicas donde ya no se apunta nadie (de momento) el logro del puente del cortinglé ni se hace recuento de lo buenos que son los hermanos concejales. Se va uno de Cadi quince días y cuando vuelve se encuentra con que parece Los Ángeles de “Blade Runner”.
Se me escapa a mí la utilidad y el precio de la cosa. Y la necesidad. Pero recuerden que si antes nos dábamos cates con los coches porque veíamos, un poner, a Penélope Cruz en ropa interior en la marquesina de los autobuses, no quiero ni imaginar lo que vamos a gastar en chapa y pintura cuando veamos las canastas de Michael Jordan: la pantalla del cementerio se ve desde el hotel Playa. Y distrae cosita mala.
Publicado en La Voz de Cádiz el 19-09-2011
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