Acabamos de terminar tres días de trabajo intenso y también de diversión intensa. En la sala Argüelles del aulario Constitución de 1812, como no podía ser de otra forma, un grupo de cuarenta y pico alumnos ha tenido la oportunidad, imagino que para muchos de ellos única, de entrar en contacto con eso que los seis ponentes amamos tanto: los tebeos, la historieta.
Historia e historieta: del reflejo social a la fuente histórica es el nombre del cursillo que he coordinado, bajo la anuencia de la Oficina del 12 y con el beneplácito de la Universidad de Cádiz. Muchos alumnos, casi todos ellos muy jóvenes, una tercera parte antiguos alumnos míos y la otra tercera parte miembros de la Tebeoteca que coordina mi padawan José Joaquín Moreno. El resto, en una ratio fifty-fifty entre hombres y mujeres, de diversas carreras y estudios, incluyendo algunos periodistas interesados y señores maduros con nuestra misma pasión por los cómics.
Abrimos fuego el miércoles por la tarde, en petit comité que no fue tan petit, cuando los dos Carlos, Giménez y Pacheco, se reunieron en Cádiz con un calor impresionante y los tres o cuatro colaboradores de los cómics de 12 del Doce para charlar de tebeos y tomar pescado frito delante de la bahía de Cádiz, que también es un atractivo. Vivimos con ellos momentos impagables que anunciaban los momentos impagables que vendrían al día siguiente.
Tras una breve introducción del coordinador del curso o sea, yo mismo, sobre cuántos hechos históricos hemos aprendido leyendo tebeos, abrió las ponencias Carlos Pacheco, que nos habló de los cómics de la amnesia histórica. Es decir, de cómo nuestra sociedad (y nuestra industria de hoy) ha olvidado ya que los cómics reflejaron momentos históricos, los reintepretaron a su modo, hicieron crítica social y sátira, quizá incluso pensaron en hacer algo parecido a una revolución. Siempre, en la ponencia de Carlos, desde el mundo del comic-book de los años setenta y sus pilares: Las diversas sagas on the road de Green Lantern/Green Arrow, la visión de las dos Américas y el Watergate de Steve Englehart, la saga de los niños fugados de los Teen Titans o la versión Hijos del Tigre de la masacre perpetrada por la Guardia Nacional. Pacheco estuvo como siempre, excelente, en toreo de salón, comunicando su pasión y sorprendiendo a muchos con su erudición.
Luego me encargué de conducir la ponencia de Carlos Giménez, el grandísimo autor español, a quien no dudé en presentar como uno de los autores completos más importantes del mundo y de la evolución del medio. Con su humildad y su labia características, Giménez se fue dejando llevar (para estas cosas es magnífica la aportación que nos permiten las presentaciones en Power Point) por el recorrido que hice de su propia obra, es decir, de su propia vida. El concepto de "memoria histórica", tan vilipendiado por unos y considerado tan necesario por otros, tiene en Carlos Giménez quizá su inventor. Leer Paracuellos, Barrio, Los Profesionales, el tríptico que componen España... una, España... grande, España... libre suponen adentrarse en la sensibilidad de un autor irrepetible y al mismo tiempo comprender cómo es nuestro país, qué ha sufrido, qué ha ganado. El verbo cálido de Giménez se apasiona cuando explica los vericuetos, la documentación, la recogida de primera mano de su última obra publicada, 36-39, Malos tiempos, o cómo demostrar que a través de la historieta se puede transmitir la angustia de la población civil asediada durante la guerra y, sobre todo, las terribles consecuencias de la posguerra que se anuncian en el cuarto y último volumen.
El viernes José Joaquín Rodríguez Moreno, con su verbo descarado y su humor proverbial presentó un recorrido por la historia de los cómics históricos, ciñéndose a España, Francia, Japón y los USA, y su aplicación como herramienta didáctica en el aula. Los ejemplos visuales se apoyaron en su disertación amena y ponderada, y quizá porque gran parte de los alumnos participantes en el cursillo pertenecen a ciencias de la educación o tienen en la educación su punto de mira, ha sido la ponencia más tratada luego en la prueba de evaluación.
Seguí yo con una ponencia dedicada a los cómics que he escrito para la Diputación de Cádiz y que ustedes ya conocen: 12 del Doce. Y lo hice no como un ejercicio de ego, que lo mismo también, sino como un recorrido por todo el largo proceso creativo, que se inicia con una reunión donde no se tiene muy claro qué se pretende con una colección que cuente cómo se redacta la primera Constitución liberal española (La Pepa), hasta mi aceptación como guionista de los doce álbumes que habrían de venir y el largo proceso de documentación que siguió luego: lecturas de libros, búsqueda de material "novelable" o dramatizable que pudiera contarse en una historieta sin tener que recurrir a los aburridos textos y las ilustraciones a cámara parada. Dos horas y pico charlando, yo, auxiliado por las imágenes de los diversos álbumes, y con el bombón (espero) de mostrar por primera vez las páginas a lápiz y las páginas a color, los bocetos de portada, alguna muestra de guión. Justo antes de comenzar la charla, Paco Roca, que se nos uniría esa tarde, envió los layouts de las cinco primeras páginas del proyecto valenciano hermano de estos cómics, y pude terminar mi ponencia con su proyección en exclusiva para los asistentes.
Con Paco Roca y con Toni Guiral estuvimos el viernes por la tarde, nueva velada de pescado frito cerca de la playa, donde hablamos de tebeos y de los entresijos del mundo de la edición, de Manuel Gago y de Ambrós, del Capitán Trueno que tanto me gustaría guionizar, de los proyectos que nunca se fraguarán pero que tan felices nos harían su pudiéramos llevarlos a buen puerto.
Y por fin hoy sábado la sesión final del cursillo. Toni Guiral nos ha hablado de la historia de la editorial Bruguera. Una exposición amena, sesuda, puramente deliciosa. No sé qué experiencia docente puede tener Toni, que tanto sabe de tebeos y en tantas facetas de la industria del tebeo ha trabajado y sigue trabajando, pero la hora y pico que ha estado de pie, charlando, señalando, preguntando, informando han sido una delicia auténtica.
Y por fin Paco Roca ha complementado la ponencia de Toni y cerrado el cursillo con un recorrido por su propia obra, en especial Arrugas y esa obra que hace historia del cómic en España a partir de un suceso histórico del cómic en España: El invierno del dibujante. Con su palabra fácil y su sinceridad encantadora y su aspecto de Peter Pan eterno, Paco nos ha ido enseñando su sistema de trabajo, el largo entramado de entrevistas, bocetos, pruebas y errores, búsqueda de información, juegos de color y sombras y la complicada labor necesaria para acabar mostrando un producto que acaba pareciendo sencillo de puro limpio y que tiene detrás horas y muchas horas de trabajo y de investigación y experimentación.
Hemos cerrado el cursillo con una breve mesa redonda donde han participado los más interesados miembros del público. Y nos hemos despedido con la satisfacción del deber cumplido, con el placer satisfecho de haber hecho lo que quisimos hacer, hablar de tebeos, demostrar que los tebeos son una herramienta válida desde muchos niveles, artístico y social, narrativo e histórico, y donde las cortapisas no deben valer si se quiere contar lo que uno quiere.
Mi impresión es positiva. Creo que la de buena parte del alumnado, también. ¿Habrá otro cursillo el año que viene? Ojalá. Yo lo estoy deseando. Hay tanto que estudiar, tanto que dar a conocer, tantos autores y expertos capaces de transmitir con su pasión las pasiones y las reflexiones que los cómics nos despierta, que ojalá que podamos repetirlo.
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