Existía la querencia y, como en toda adolescencia, la búsqueda. Las lecturas infantiles dieron paso a las lecturas de la adolescencia. En Círculo de Lectores, un día, junto a las novelas de Karl May, Walter Scott y Mark Twain que yo devoraba ya y amaba como todavía amo, una novela de autor desconocido y me temo que no recordado, un cohete en la portada, Alarma en el espacio. Imagino que una novela del montón, serie b en el mejor de los casos, pero quiero creer que fue la primera vez que me enfrenté a un libro de verdad que fuera ciencia ficción, que no fuera una novela de a duro de lectura esporádica (a las novelas de a duro volvería luego). Nunca me había atrevido con 2001, la novela (sólo había sido capaz de leer el primer capítulo; quizás porque el libro, de la colección RTVE, no era mío). Así que en el maquillaje del pasado propio que son siempre los recuerdos, doy por válida la imagen de aquel libro con el cohete azul y rojo, una portada por cierto que, por primera vez en los libros de Círculo, venía plastificada.
Pero no hubo continuidad inmediata de aquel libro del montón, y yio seguí buscando ciencia ficción y fantasía donde la encontraba: en los tebeos de Rock Vanguard (que era una copia amable de Flash Gordon pero resultaba muy entretenido), en aquel otro título de Buru Lan que repescamos de saldo, Drácula, donde junto con historietas incomprensibles de Enric Sió y algún relato que luego triunfó en la tele ("La Gioconda está triste", de José Luis Garci), pronto tuvimos acceso a la repesca de aquellos otros personajes que se nos habían pasado en la infancia: 5 x infinito y Delta 99. No sé si llegué a hacer la conexión de que las aventuras buenas de Delta (un extraterrestre justiciero más parecido a Johnny Hazard que otra cosa) las dibujaba el mismo autor de aquella serie tan divertida, y tan fugaz, que un par de años antes habíamos leído en Gaceta Junior, Dany Futuro.
Seguía estando el cine. Se me pasó la primera continuación de El planeta de los simios, pero no la tercera, y aunque los estrenos de las películas que conformaban la serie se producían con cuentagotas y se extendieron durante buena parte de la década, allí estábamos puntuales mi amigo Miguel y yo, cada vez que teníamos acceso. Hubo un mazazo terrible en aquel cine de ciencia ficción que todavía era de bajo presupuesto y grandes ideas: Soylent Green, cuando el destino nos alcance A esas alturas ya éramos fans del género y casi, casi entendidos.
Mi primera película de terror fue una española, una españolada, quizás, una película mala de la que sin embargo tengo buenos recuerdos, tanto por el miedo que le dio al chiquillo de trece años que yo era (y que prácticamente se colaba en una película para adultos), como por el curioso cosquilleo erótico que experimenté cuando la condesa vampira mordía el lánguido brazo ofrecido por su rubia victima. La condesa era Patty Shepard y la película La noche de Walpurgis.
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Categorías: Ciencia ficcion y fantasia