Es que ni siquiera sabe hojearlos.
Ayer tarde, feria del libro. Yo allí sentado en la mesita (porque en la feria del libro de Cádiz no hay stands, sino galerías), junto a la puerta. Un puñado de libros míos (aunque no están los de Minotauro), y la colección completa de 12 del Doce. En la misma mesa, detrás de mis libros y mis tebeos, no sabe uno muy bien porqué,tres o cuatro ejemplares de las poesías completas de Borges. Menos mal que no me pidió nadie que las firmara, porque lo hubiera hecho.
Y allí estoy, leyendo el libro de poemas de Manuel Ruiz Torres por matar el rato antes de irme a cenar al hindú nuevo, y cada vez que se acerca alguien, no falla: cogen el ejemplar de Las cuevas de María Moco (que es el que pongo delante), miran la portada, pasan a la contraportada, leen la solapa final... y depositan el tebeo sin abrirlo, sin hojearlo, sin ver siquiera si es un tebeo o un libro de recortables.
Cinco o seis veces. Acabo por abrir el tebeo para que lo vean. Y una anciana burguesa de pelo azul, imagino que haciendo tiempo tras salir de la boda que se celebra en la iglesia del otro lado de la calle, dice: "Huy, qué antiguo es esto, de cuando yo era joven". Y no sé si cree que es un tebeo en facsímil, si se refiere al medio o a las cuevas de María Moco propiamente dichas. No le pregunto y sigo leyendo.
Luego dirán los eternos palmeros del optimismo engañoso que el cómic tiene un lugar preponderante en la sociedad y bla bla bla...
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