Vamos a suponer que es usted un ciudadano concienciado con el medio ambiente. Que sabe perfectamente que los plásticos van a los contenedores amarillos, la basura a esos otros tan incómodos que se pisan y te desequilibran, las botellas a los verdes y los papeles a los más incómodos de todos: los azules donde no cabe nada que no esté previamente prensado, porque siguen la teoría del buzón. Cumple usted con el precepto y tiene cuatro o cinco bolsas de basura diferentes, y acata que tiene que ir de excursión cuando quiere desprenderse de muchas de ellas, porque los diversos contenedores de colores no siempre están todos juntos en el mismo sitio, la casapuerta de su casa. Vale.
Vamos a suponer que tiene usted una bolsita en casa para las pilas, y un rinconcito en el balcón para el aceite, y almacena las radiografías viejas (estas las lleva, por suerte, a la farmacia). Y tiene de vez en cuando que deshacerse de una impresora vieja, o de una lamparita que ya no va, o de un escáner que no funciona. Y va en peregrinación, el viernes que toca, al punto limpio que plantan de vez en cuando siete esquinas más allá.
Y en el punto limpio lo que encuentra son cinco o seis personas que, en cuantito se marcha usted con la satisfacción del deber cumplido, asaltan en tromba el susodicho punto limpio y arramblan con lo que usted deja. Entre grandes broncas, a veces. Y tirando al suelo lo que no les interesa. O sea, cargándose su esfuerzo ecologista. Porque ya los guardias no se ponen junto al punto limpio (estarán patrullando en el ponemultas camuflado). Y no digo yo que cada uno se busque las babetas como pueda, pero por lo menos que lo que no interesa lo dejen donde estaba, ¿no? He visto que ya directamente no esperan a que usted tire las cosas: lo abordan directamente para que lo entregue. A veces da algo de susto.
Y no se le ocurra a usted remodelar la casa. Si quiere usted deshacerse de un mueble viejo, pongamos modular, que son ahora todos así o lo fueron cuando decoró usted el salón. Llama a punto limpio, y pide que lo retiren cuando buenamente puedan.
Pero, ojo, solo lo retirarán de tres en tres piezas. El resto, otro día. La explicación de ir y venir tres o cuatro veces se me escapa, pero no me extraña que haya quien lo tire todo directamente junto a los contenedores. Qué manía de hacernos difícil lo sencillo.
Publicado en La Voz de Cádiz el 04-04-2011
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