Comanche fue publicado integramente en color en la revista Mortadelo. Fue Blueberry el damnificado. Curiosamente, venía de publicarse en Bravo y en Gran Pulgarcito. Pero fue justo cuando la serie dio el gran salto, con "La mina del alemán perdido", cuando empezaron a publicarla en Mortadelo. En tonos bicolores en rojo y gris. Y a pesar de esa masacre, yo aprendí a amar a Blueberry ahí, en esa edición. Por entonces no conocía Gran Pulgarcito, ni había oído hablar de Bravo. Pero un buen día, no sé por qué conducto, me llegó un G. Pulgarcito con las cuatro últimas páginas de "El hombre del puño de acero" y, pese a que el dibujo me parecía mejor el de Mortadelo, comprendí que me estaban escamoteando algo al suprimir el color. El la Enciclopedia Juvenil Pala, que desgasté de tanto repasarla en la biblioteca de mi pueblo, venían unas viñetas de "El espectro de las balas de oro" en color y entonces babeé de gusto. Tuvieron que pasar aún bastantes años hasta que Grijalbo se decidiera a editar la serie. De forma desordenada, claro, porque aquí nunca podemos hacer las cosas como Dios manda. Por cierto, la última aventura de Blueberry que apareció en Mortadelo fue la de "Cara de Angel", y ésta sí que la publicaron en color, igual que la aventura precedente: "El fugitivo".
En cuanto a Comanche, celebro ver que no soy el único al que la traducción le ha decepcionado. Tal vez porque yo tenía in mente la de Bruguera y había frases que recordaba palabra por palabra.
No he revisado la edición del Corsario de Hierro en blanco y negro, porque yo todavía cotejo los tomos aquellos viejos tomos de Bruguera. Pero me resulta chocante que el último invento haya sido colorear al Capitán Trueno (que estaba pensado para su publicación en B/N) y, en cambio, descolorear al Corsario (que estaba previsto para ser coloreado). El color del Corsario de Hierro no fue bueno nunca, pero en la primera etapa llegó a ser pasable. Al final, era horrible. Un personaje era de color amarillo, de arriba abajo. El otro era verde. Y todo el fondo también era monocromático. Para colmo, era cuando ya el pobre Ambrós no estaba en sus mejores momentos y se advertía el paso del tiempo en sus pinceles.
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