La noticia de hoy en el mundillo cada vez más estrecho de los cómics es que Joe Quesada deja su cargo de editor en jefe de Marvel después de diez años. Lo sustituye Axel Alonso y Tom Breevort asciende a un cargo nuevo al que él mismo, en su página de facebook, resta importancia.
Suele ser, el principio o el final de año, el momento de cambio en Marvel. En diciembre de hace mucho Marvel UK fue decapitada como carne de cañón para frenar la expansión de los mal llamados independientes. En diciembre de hace diez, Bob Harras recibía la patada (en un asunto algo turbio que no ha trascendido a los medios, por cierto), y fue Quesada quien se hizo con las riendas de la Casa de las Ideas.
Si la memoria no me falla, era la primera vez que un dibujante ascendía al cargo de editor en jefe. Hasta entonces, siempre habían sido guionistas: Stan Lee, Roy Thomas, Len Wein, Marv Wolfman, Gerry Conway, Archie Goodwin, Jim Shooter, Tom DeFalco, aquel extraño politburó de editores, el propio Bob Harras.
Diez años son muchos años al frente de una empresa que, en 2000, estaba en suspensión de pagos y que si ha remontado la enorme deuda que tenía encima (después de los gloriosos años ochenta donde estuvo denunciada por intento de monopolio del mercado) ha sido hipotecando sus personajes a los bancos y escudándose en la explotación (inteligente, desde luego) de sus superhéroes al cine y la televisión. En el fondo, desde la adquisición de Marvel por Disney, el cambio de dirección era cosa de esperar.
¿Qué ha conseguido Quesada en el mundo del cómic? Yo diría que poco, desde el punto de vista puramente historietístico. Quesada no era un hombre de la casa como sus ilustres predecesores, no era la conciencia histórica de Marvel como pueda serlo Tom Breevort. Quesada ha llevado durante diez años las riendas de la editorial con un sentido comercial como pocos, pero ese sentido comercial, con excepciones, no ha hecho reverdecer las ideas de la Casa del mismo nombre.
Sí, cierto, hoy al menos hay tebeos que se pueden leer. Pero eso es más por cosa de alguno de los grandes guionistas que hay a bordo (pienso sobre todo en Brubaker y en sus dos series señeras, Captain America y Daredevil) que por una política consensuada y planificada de qué hacer con sus personajes y su inmenso potencial y su inmensa historia.
Quesada ha sabido perfectamente manipular a los medios. Vale que nadie lee tebeos (las cifras de ventas son cada vez menores), pero las noticias de las diversas muertes de los personajes (y casi nunca de las inevitables resurrecciones) consiguen aparecer en los periódicos y los telediarios de todo el mundo. El último, lo recuerdan ustedes, ese misterio de saber quién de los Fantastic Four la va a palmar en unas semanas... hasta que decidan resucitarlo o resucitarla. Pero el truco lo ha hecho varias veces, molestando a los fans que son, en el fondo, la base de apoyo a los personajes. Recordemos a Spider-Man desenmascarándose, la muerte del Capitán América, la saga de Sins Past o el más reciente "mefistazo".
Contrariamente a Jim Shooter (que sería muy suyo pero tenía muy claro lo que quería) la Marvel de esta década ha ido siempre a rebufo de lo que quisiera vender, siendo profundamente infiel a su pasado, desmontando sagas y personajes y saltándose a la torera, cuando ha querido, el trabajo de los autores que habían pasado antes por allí.
¿Que Iron Man es hoy más conocido que nunca? Cierto. Pero los tebeos no se venden. Y no se venden porque casi nunca son lo que debieran ser.
Quesada ha cumplido su misión, aunque haya tenido que dejar en el camino varias bajas importantes. Las más graves de todas ellas, las de sus personajes. O la de su principal personaje, claro. Los fans siguen sin perdonarle cómo ha tratado a Spider-Man. Los fans siguen pidiendo, solamente, un poquito de respeto. A ver qué hace ahora Axel Alonso.
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