Salieron de las Cuevas de María Moco con la fresquita, Chano y Sebastián, a dedicarse a sus cosas del contrabando sin hacerle mal a nadie. Un barco francés les manda a pique la barca y allí que se las ven los dos, con más hambre que el perrillo de un ciego, en una ciudad donde hay de todo para quien sabe buscárselo. Cuando el hambre aprieta, se alistan en la milicia. Los destinan al pontón con los prisioneros franceses... y los prisioneros franceses están lampando por escaparse.
Guión de aquí el que firma, dibujos de Antonio Romero y color de Lola Garmont.
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