2010-10-19

2332. ¡VIVEN!



Por una vez, la historia ha tenido un final feliz… si es que hemos visto ya el final, claro, que imagino que todavía le falta cuerda. Treinta y tres trabajadores han salido a la luz después de haber pasado un infierno a setecientos metros bajo tierra y haber acaparado la atención del mundo. A la emoción y la alegría, la prudencia. Porque ha sido un rescate largo, y paciente, y caro. Y aunque de momento todo son palmaditas en la espalda, y sonrisas, y parabienes, y hasta arrebatos patrióticos, mucho me temo que no, que aquí no se ha acabado, para ellos, la odisea.

Me queda la duda de cuántos de esos hombres devueltos por el milagro de la alta tecnología a la vida podrán reintegrarse en una vida normal, pese a lo que digan los médicos y los psicólogos. Cuántos no tendrán terrores nocturnos, y claustrofobias, y no sabrán adaptarse a una realidad que, más temprano que tarde, dejará de ser de color de rosa en cuanto ya no estén en el centro de atención de periodistas y cámaras.

Se escribirán libros sobre ellos, y quizá hasta alguno de los propios mineros lo redacte o lo firme. Los reclutarán los partidos políticos y harán campaña electoral a su costa, por un cargo. Anunciarán coches, o detergentes, o colonias. Se harán telefilmes, y hasta películas, pero serán actores guapos quienes revivan en un plató su dolorosa experiencia, y quién sabe si las mentes retorcidas que guionizan los realities no sustituirán las casas aisladas en la sierra por minas acondicionadas para poner a prueba los nervios de los concursantes.

Los medios se cobrarán en ellos su atención y sus dispendios, y convertirán a los héroes en marionetas. Lo ha contado el mismo cine muchas veces, cómo cuando el juguete pierde la utilidad para los focos ni siquiera se convierte en una molestia, sino que se abandona a un lado, a su suerte: el deportista olvidado, el soldado que sigue siendo nadie cuando ya no tiene detrás ni el arma ni la oportunidad de demostrar que puede ser útil al resto de unos compañeros, la actriz que no se resigna a las arrugas, el político que no se da cuenta de que ya no gobierna.

Estos treinta tres hombres son hombres normales, y redescubrir que lo son les llevará, más que el rescate, un tiempo. Cuando sean anónimos, de nuevo quién sabe si su destino no será volver a la mina.


Publicado en La Voz de Cádiz el 18-10-2010

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Comentarios

1
De: Carlos Fecha: 2010-10-19 09:42

Lo más duro sería los diecisiete días que no supieron si los iban a rescatar, sin comunicación alguna y con víveres escasos. Esos días debieron ser angustiosos. No quiero decir que los demás (ya con comunicación con el exterior, cámaras, etc), no lo fueran, pero por lo menos sabían que estaban trabajando para sacarlos de allí.



2
De: Rafael García Fecha: 2010-10-19 12:20

Con respecto a los medios de comunicación chilenos, es interesante analizar el comportamiento que exhibieron a la hora de cubrir los últimos momentos del rescate, como supieron mantener unas mínimas formas. Compárese con el lamentable espectaculo que dieron los medios de nuestro país a las puerta del juzgado de Marbella, cuando Isabel Pantoja compareció ante el juez. Luego muchos españolitos consideran que viven en un país más avanzado socialmente y superior a cualquier nación de Sudamerica. Pues yo no lo tengo tan claro.



3
De: Pablo Fecha: 2010-10-19 12:46

@Rafael Garcia...no es lo mismo.
Una cosa es un rescate increible con 33 tios atrapados y luchando por su vida y lo otro es un espectáculo de cotilleos sobre una tia que ha robado.

Has visto las imágenes de Kate moss en el aeropuerto de LA?. Es lo mismo.
El mundo del cotilleo desatado.



4
De: Hoyga Fecha: 2010-10-19 15:20

Que buena película era El gran carnaval.



5
De: Victor Fecha: 2010-10-19 16:51

Que bien traido el comentario. Un minero atrapado, un periodista sin escrupulos,..
Que bueno es Billy Wilder



6
De: Homer Fecha: 2010-10-20 13:59

Adios, bibiana!!!



7
De: Tehanu Fecha: 2010-10-21 10:29

En su honor, digamos todos: "mineros y mineras..." :)