Joseph Gillain, más conocido por Jijé, no sólo fue un maestro de la historieta, sino un maestro de maestros, y en este país de nuestros desvelos debería tener muchísimo más reconocimiento del que tiene, que tiene poco, si alguien se hubiera tomado la molestia de publicar en condiciones su ingente obra, más allá de decir la obviedad de que fue el maestro de Gir y que dibujó unas pocas planchas de "El jinete perdido" de Blueberry.
Jijé fue un grande de la historieta y ahí queda su obra para quien tenga curiosidad por ver cómo desarrolló a lo largo de décadas un estilo ágil, simpático y prodigioso, capaz de crear casi de la nada la historieta western para que otros la exploraran y ensuciaran su trazo, en consonancia con el spaghetti western (que viene a ser el naturalismo de las historias de vaqueros, para entendernos), y asimilar ya luego, en los últimos álbumes de su serie más popular, ese mismo trazo y esas mismas texturas. Jijé hizo mucho e hizo mucho bueno, no tuvo empacho en sustituir al más grande y completo y versátil de los dibujantes francobelgas de todos los tiempos (Uderzo, por si no lo sabían ustedes) en la gran serie de aviación, Michel Tanguy, que Uderzo dejó a cambio de sus irreductibles guerreros galos, ni tampoco en hacerse con las páginas de otro dibujante que estaba en las antípodas de su estilo veloz, Hubinón, en la mejor serie de piratas de todos los tiempos, Barbarroja.
De Jijé existe hace años una recopilación de su obra en álbumes integrales, Tout Jijé (donde, curiosamente, no se recopilan ni su Tanguy ni su Barbarroja, que pertenecen a los respectivos integrales de sus títulos), y desde hace unos meses se recuperan en Francia las aventuras de Jerry Spring... pero en blanco y negro.
Y qué blanco y negro, oigan. De un tiempo a esta parte la inteligentsia de esto de la historieta ha dado en difundir el meme de que los tebeos son en color, que el color es elemento narrativo de primer orden y tonterías por el estilo. El color, sí, es elemento narrativo de primer orden desde el momento en que los originales son en color, desde que las técnicas de reproducción de los años setenta en adelante (recordemos los impactantes colores de nuestro grandísimo Hernández Palacios) permitieron reproducir la gama y los matices y los giros y los desenfoques. Pero, tanto en los clásicos de prensa norteamericanos como en la BD, los dibujantes hacían su trabajo en blanco y negro, y el color tenía su importancia, en efecto, pero como cebo decorativo, por estética comercial.
Eso se aprecia a la perfección en esta recuperación que, en noir et blanc, hace Dupuis de las historias del largirucho vaquero de la camisa amarilla (ahora blanca) y su inseparable Sancho Panza mexicano, Pancho (la influencia de Cisco Kid es notoria, por cierto). La edición, cuidada, elegante, nos permite ver cómo Jijé utiliza el pincel (porque los grandes dibujantes utilizaban el pincel y eran unos maestros del pincel y no tenían necesidad de que otro entintara su trabajo), cómo reparte las manchas de luces y sombras, cómo consigue el volumen y las texturas y el equilibrio entre las masas de blanco del paisaje y el terreno rocoso, o el juego entre el día y la noche.
Jijé, así, más que nunca, se revela como un autor prodigioso, un discípulo aventajado de la estética de Milton Caniff y Frank Robbins, un autor completísimo en el que detenerse a estudiar los trazos es un placer. La rotulación original, realizada por el propio Jijé, refuerza la idea de la página como elemento artístico y narrativo total.
Han aparecido dos de estos integrales en blanco y negro ya, incluyendo cuatro álbumes originales cada uno, lo que posiblemente nos acabe por presentar en cinco integrales toda la serie.
Un must, ya digo, si quieren ustedes ser testigos de un dibujante prodigioso, de cómo se dibuja una historia con tinta china y dedicación.
Y si son ustedes de los que prefieren que el cuento esté coloreado, rayos, no se preocupen, en los integrales de Tout Jijé tienen ustedes a nuestro vaquero con su camisa amarilla y su pañuelito rojo al cuello. Una edición no quita la otra. Yo tengo las dos, por cierto.
Comentarios (27)
Categorías: Historieta Comic Tebeo Novela grafica