Después de muchísimos meses de retraso, llega por fin la edición de Hermes Press de un clásico entre los clásicos (recordemos, "antiguo" y "clásico" no son sinónimos, ¿eh?). O sea, The Phantom. O sea, nuestro Hombre Enmascarado cuando no había más enmascarados en esto de los cómics. La obra maestra que se curró un tal Lee Falk (el mejor de los "Lee" que en el mundo de la historieta han sido) y le dibujaron unos cuantos artistas de primera fila: Ray Moore, el divertido Wilson McCoy, y el hermano de Dan Barry, Sy.
La edición de Hermes Press empieza desde el principio, tiene el buen tino de incluir sólo dos tiras por página, una portada horrible con un color azul PowerPoint muy bonito, y una impresión que sin ser una maravilla tampoco es demasiado horrible. Todos sabemos el amor con que la King Features Syndicate trata el tesoro de su historia, y las manchas de tinta de Moore, hasta que su estilo se simplifique en los años venideros, son difíciles de reproducir con la nitidez que a todos nos gustaría.
Por lo demás, esto es aventura en estado puro, y, si me apuran ustedes, la mejor aventura en estado puro del mundo. Un héroe misterioso con un pasado deslumbrante, una heroína de armas tomar aunque se meta en embrollos de los que no sabe salir sola, unos villanos malvadísimos y unas villanas sensuales y modernas, y un mundo a caballo entre lo africano y lo hindú que, en estas tiras, no tiene que preocuparse de lo políticamente correcto ni de la descolonización.
The Phantom, nos dice en la introducción Ron Goulart, iba a llamarse originalmente The Grey Ghost, y en efecto es así como lo dibuja Moore, alterando sutilmente su aspecto a medida que se va haciendo con la tira. Dicen, por cierto, que las dos primeras semanas las dibujó el propio Lee Falk, aunque el estilo Moore es claro en todas ellas... pero también es cierto que Moore solo firma a partir de la tercera semana.
Lo mejor, conocidas y amadas estas historias desde hace tanto tiempo, es ver cómo se ha ido configurando la leyenda a partir de un curioso experimento de prueba y error: el disfraz del Fantasma cambia (al principio tenía guantes, calzón sin rayas y se le veían los ojos), y la misma naturaleza atropellada de la historia, sus continuos cliffhangers, nos revelan lo que ya intuíamos (y de eso se insiste mucho en el prólogo): cómo el personaje tenía una doble personalidad en sus inicios, el indolente millonario Jimmy Wells, olvidado en cuanto la persecución por medio mundo hace que The Phantom recale en Bengala. Hay un relato ahí, estoy seguro, un universo paralelo, una historia de fantasmas del Fantasma que no fue, el hombre sin máscara olvidado.
En el epílogo, Ed Rhoades hace una comparación bellísima, y eso sí que no habíamos advertido ninguno: siendo Falk un hombre de teatro (productor, director y autor), el juramento del Fantasma sobre la calavera de su padre nos remite a Hamlet, su propia calavera y su propia venganza. Casi nada.
Lo dicho: una obra maestra de los cómics. Uno de los más grandes.
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