Parece que se nos fastidiará un tanto el Bicentenario, pero lo que se nos ha fastidiado ya del todo es el Centenario. Y no porque no se viera venir. Ni porque se haya aprendido la lección de hace apenas un par de años. Como los estudiantes que estos días hacen el esfuerzo final y pretenden aprobar en un último examen lo que no han aprobado en todo el curso, los jugadores del Cádiz nos hicieron creer que con una goleada a destiempo iban a salvarse, y a salvarnos, de la quema. Y no hubo ni carambola ni milagro.
No soy experto en fútbol, pero sí me gusta ver la algarabía en la avenida de los muchos nombres cuando el equipo gana. Y me duele un tanto ver ese silencio y esas camisetas amarillas regresando derrotadas a casa. Se impone de nuevo una travesía en el desierto que parece más ardua que nunca, con la crisis que nos afecta a todos, la afición cabreada, los jugadores que se irán a otros equipos y el consejo de administración que toma las de Villadiego. A ver con qué cara son ahora capaces de celebrar el Trofeo.
¿Tiene esto solución? ¿Se pondrá al frente de la entidad alguien de fuera, un técnico como Rafael Garófano hizo antaño? Parece difícil. ¿Habrá comprador como en viajes Marsans, que saneará la empresa dejando a la gente en la calle? Lo mismo.
A mí me preocupa ese enorme estadio que nos está costando un pico a todos, y que ahora albergará equipos de segunda B que vendrán aquí como si esto fuera el Camp Nou, lo mismo hasta a golearnos y a marcharse con la sensación de haber derrotado a un equipo de la Champions. ¿Fue una decisión apresurada, innecesaria, cantaron victoria antes de tiempo cuando se decidió invertir un dineral en un estadio de primera para un equipo más inconstante que el corazón de una famosa y que ha vuelto, como el yoyó, al pozo donde más tiempo ha estado?
¿Podrá recuperar el Carranza el ayuntamiento? A falta de fútbol, sería un buen sitio donde celebrar los conciertos de verano, actividades deportivas escolares, otro tipo de competiciones no ligadas al balompié. Porque cuando se termine, sea a tiempo o sea destiempo, el estadio parecerá un monumento a la vanidad y la desmesura, la hibris aquella que decían los clásicos.
Publicado en La Voz de Cádiz el 21-06-2010
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