Hay pulsiones que son más fuertes que las dependencias. Uno no las elige: lo eligen ellas. Lo agarran hasta que lo gastan, o hasta que lo sueltan. Terminé hace un par de semanas una novela intimista, y aunque tengo otra novela en marcha, a empujones se me ha abierto paso ese otro libro que llevo postergando cuatro o cinco años y que ya tiene una docena de páginas escritas.
Me da algo de miedo la fuerza, el ímpetu de la voz que habla y no es mía, pero se apodera de mis manos. Y me da miedo porque no sé por dónde va a salir la historia, aparte de tres o cuatro episodios que sé que encontrará mi personaje en el camino. He sido escritor de mapa y escritor de brújula, y de un tiempo a esta parte me parece que soy escritor de montaje: cada capítulo es una pieza, y esa pieza se redondea en sí misma, y hasta les aconsejaría que, si me leen, lo hagan capítulo por capítulo, pieza por pieza.
Sé de dónde va a partir mi personaje, ya les digo. Sé qué vicisitudes va a encontrar por el camino, sé dónde va a terminar su viaje. Pero no se el cómo, ni el tempo, ni qué sorpresas harán que vaya formando su historia mientras me roba semanas y meses a la mía.
Pero merecerá la pena el viaje, será interesante desgranar esta nueva música.
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Categorías: Literatura