Este es un libro profundamente moderno; es decir, contemporáneo. Existen desde que el mundo existe recopilaciones de correspondencia epistolar, pero este libro va un paso más hacia ahora y recopila la correspondencia electrónica entre Russell T. Davies y Benjamin Cook a lo largo del último año del primero a las riendas de Doctor Who: toda la cuarta temporada y, en la segunda edición cuya portada pueden ver aquí reproducida, los especiales que marcan la despedida de Tennant y del propio Davies de la serie que resucitó cuando llevaba casi veinte años muerta, adaptándola al lenguaje televisivo de ahora y rescatándola de los decorados de cartón piedra y los trajes de alienígena de goma.
Cook, periodista, se mantiene sabiamente en un segundo plano durante todo el larguísimo libro, sabiendo tirar exactamente de las cuerdas para que Davies hable. Y Davies, que se deja querer, habla por los codos. El libro no es sólo un interesante escaparate a la creación de Doctor Who, sino al mismo proceso de escritura. Dice el propio Davies (y el libro está plagado de frases memorables) que no hay dos escritores que escriban con el mismo método y la misma forma, pero ser testigos de cuál es su proceso es una gozada para todos aquellos que escribimos, aunque no lo hagamos en un medio tan móvil y tan resbaladizo como es la televisión.
Davies se muestra en estas páginas como un hombre inteligentísimo, casi hiperactivo, capaz de grandes momentos de alegría y, al mismo tiempo, plagado de dudas sobre lo que escribe. Es divertido leer cómo va dejando que pasen los plazos de entrega para cada guión, cómo hay mensajes de un par de líneas donde se queja de que no se le ocurre nada, o que no quiere escribir, o que preferiría estar haciendo otra cosa. Y luego, la explosión creativa, los fragmentos de guión que se van reproduciendo, cómo por arte de magia las historias se enderezan y todo encaja. Comprobar esos fragmentos de guión inicial con lo que luego sobrevive en el guión final es otro de los atractivos del libro.
Truffaut lo esboza en un par de líneas en su magistral La noche americana, pero aquí Davies se explaya a gusto en la necesidad física que tiene una serie televisiva de tanto éxito, cómo sin los actores no es nada. Desde el año y pico de negociaciones para que Kylie Minogue aparezca en un episodio, hasta el personaje de la tercera companion del Doctor que luego nunca sería al ser convertida en una recuperada Donna Noble debido a la disposición de Katherine Tate y su deseo de volver a la serie, pasando por los problemas de prespuesto continuos, los problemas con la prensa que pueden reventar alguna sorpresa (la renuncia de Tennant al papel, por ejemplo), o los dos momentos más emotivos que marcan, curiosamente, el devenir de la serie: uno de ellos, cómo el padre de Donna tiene que ser sustituido en la serie por el abuelo, ya que el actor se estaba sometiendo a quimioterapia y se rompió una pierna poco después de haber rodado sus primeras escenas, lo que lleva a Davies a preguntarse si debe incorporar la enfermedad del actor al personaje que interpreta, y si eso es moral. El abuelo, al final, sustituye al padre, rescatando al viejo kiosquero sin nombre del episodio de navidad anterior... y convirtiendo luego al viejo Wilf en centro del episodio de despedida.
El otro gran momento emotivo es cuando Davies, que quiere una nueva companion y tiene pensada incluso la actriz que la interpreta (aunque no se nombra) tiene al final que aprovechar la posibilidad de incluir en la serie a una cómica de envergadura como es Katherine Tate, por lo que su personaje queda borrado. "Nadie más que tú y yo la echaremos de menos", le dice a Cook, puesto que son las dos únicas personas que conocen la intrahistoria. Y cómo Davies se encuentra a la actriz una noche en Oxford Street, bajo la lluvia, y al despedirse de ella siente que se despide de un personaje que nunca existió y del que la actriz ni siquiera sabe nada. Todo eso, quizá, se refleja luego en los momentos finales de la despedida doble de Tennant y Davies de la serie.
Davies se queja del exceso de trabajo que supone llevar tres series adelante, profesa una tremenda admiración por sus actores (Tennant, Tate, Billie Piper), bromea de continuo con su homosexualidad y el atractivo de algunos de los actores con los que trabaja ("Eres el único productor que declara abiertamente que siente deseo por sus estrellas", le dicen en un momento. "Sí, pero soy el único que no se las tira", replica). Queda claro en el libro un detalle que quizá hemos pasado por alto en la serie: cómo Davies tiene la potestad y casi la obligación de reescribir los guiones ajenos, aunque no figure en los créditos. Eso hace, visto ahora, que comprendamos que él es la sombra que está detrás, la que impulsa y redondea los argumentos, y no deja de resultar curioso que esa expansividad del escritor sea lo que queda impreso en la personalidad del personaje. El Doctor es, en muchos aspectos, el propio Davies, y los ramalazos de locura, ironía, sensibilidad, los juegos de palabras, la verborrea continua, son cosa suya.
Hay que destacar también la profunda admiración que siente Davies hacia Steven Moffat, cuyos guiones no toca jamás, y a quien encasqueta las riendas de la serie cuando anuncia su retirada. Es divertido ver cómo cada uno trabaja a su estilo y cómo hay argumentos en la cuarta serie que se parecen, y cómo Davies le dice a Moffat: "Que siga adelante tu idea, tú tienes hijos, de todas formas" (refiriéndose a un episodio donde aparecen dos niños).
Un libro absorbente, que comunica entusiasmo. Davies es un buen dibujante (confiesa que quiso ser dibujante de Marvel en su adolescencia) y podemos encontrar sus bocetos y sus diseños. Como la tercera temporada se emite justo cuando él está escribiendo la cuarta, no podemos dejar de comparar el proceso terminado con el proceso en curso.
Hay dos ediciones del libro: la primera, en tapa dura y con dos tintas, lo cual facilita enormemente la lectura y es muy atractiva para la vista. La segunda, con unas trescientas páginas de más, donde ya se abarca la despedida de la serie, en tapa blanda y a una sola tinta.
Si son ustedes whovians de pro, o si les interesa saber cómo funciona la mente de un escritor, es una lectura obligatoria.
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Categorías: Doctor Who