A lo mejor en alguna entrada anterior respecto a estos afanes míos he dado una nota quejumbrosa. No. Soy feliz escribiendo, lo que no significa que la escritura sea siempre una actividad relajada o placentera. Es, también, la única actividad que me permite tener la sensación de que controlo mi pensamiento y lo dirijo a algo concreto. Escribir es, hoy por hoy, la única forma que conozco de vida interior. Amo, siento, sufro a veces, como todo el mundo, al margen de la escritura. Pero necesito la escritura para ser consciente de ello, o para calibrar el peso exacto de esas sensaciones, o para rescatarlas de la necesaria deriva de toda sensación hacia su extinción sin más, antes de deparar a quien la experimenta un principio mínimo de sentido. Lo demás es dispersión.
José Manuel Benítez Ariza, hoy, en su blog
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