Llegué tarde al programa, pero confieso que me he convertido en un fan acérrimo. Vaya semanita, el programa de la tele vasca que veo en Paramount Comedy y, cuando la impaciencia me puede, en los sketches que están colgados en youtube o directamente en la página web de la ETB.
Hay un par de reflexiones que quería yo hacerles sobre las cualidades del programa, en sus muchas modalidades, y después de un puñado de años en antena. La primera es que al contrario que los sketches de otros muchos humoristas que se dedican a lo mismo (lean ustedes desde Martes y Trece hasta, ahora, José Mota en solitario), los sketches de esta serie tienen el tiempo justo, la medida exacta. El chiste se acaba cuando se acaba, y no se muere por agotamiento ni se estira con las mojigangas del humorista de turno. Cierto, cuando uno ya conoce de sobra los mecanismos del humor característico (eso que se ha dado en llamar humor "Vaya semanita" y que, curiosamente, no tiene éxito cuando se hace, por los mismos guionistas y otros actores, con "Vaya tropa"), te das cuenta de que la estructura es prácticamente invariable: un elemento distorsionador al que se opone un personaje que es racional, una conversación absurda, y un elemento final que vuelve a dar un giro distorsionador a la trama del sketch. Funciona. Todavía les funciona.
La segunda reflexión que quería yo hacerles es que Vaya Semanita tiene, para mí, un claro referente, y es la historieta. Más que la historieta, la historieta de humor de El Jueves, esa revista que en tiempos fue cañera, que leían lo mismo los obreros que los progres que los jóvenes y que ahora me da, y mira que lo siento, que sólo leen ya los adolescentes. Por un lado, recupera ese humor político que hizo un día de El Jueves lo que es desde entonces. Por otro, el tipo de gag que se emplea es prácticamente el gag que podemos encontrar en sus páginas: gags de una página que aquí se resuelven en una escena de un par de minutos y donde tiene cabida desde la parodia al terrorismo o a la sanidad, siempre centrada en lo vasco, aunque con un claro matiz universal que explica su éxito no sólo en España, sino en Sudamérica.
Sobre todo, algunos de los elementos "de continuidad" del programa televisivo remiten clarísimamente a momentos históricos dentro de la revista: "La biblia contada a los vascos", lo recordarán ustedes, no difiere mucho de "La biblia contada a los pasotas" que tanto nos hizo reír en las páginas de la revista. Los personajes seriados, como Antxon y Maite y, antes, los sketches de los buscapisos, van en paralelo a La parejita. El humor de parodia de programas televisivos o de recontar películas recuerda invariablemente a las parodias de Ventura y Nieto. Y el gran éxito actual del programa, El Jonan y su inseparable Txori no son sino los hijos de un Makinavaja y un Popeye licuados tras treinta años de democracia: el argot, el lumpen, el reflejo, el contraste. Incluso para no agotar al espectador, cuando el sketch es largo se recurre al "continuará".
Hay, aparte del gran trabajo de los guionistas, un gran trabajo actoral ahí detrás, lo que explica que cuando los mismos sketches, casi adaptados, los haga otra gente nos suenen raro. Y me extraña, en cualquier caso, o lo mismo no me extraña porque ya sé la respuesta, que no se haya pensado en trasvasar esos sketches a la historieta de donde tanta influencia se extrae.
Es una idea. Nadie mejor que los chicos de El Jueves para hacerlo.
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