Hacía quince años que no compartía micro, mesa y mantel con Paco Roca en Cádiz, aunque por fortuna nos hemos encontrado otras veces en su natal Valencia y otras ciudades, cada uno haciendo bolos a su manera. Ayer tuve la fortuna de compartir con él diez o doce horas de charlas, confesiones, bromas, teorías mágicas. Como muchos otros amigos valencianos, Paco Roca es uno de mis mejores amigos aunque tengamos la desgracia de vernos si acaso una vez cada dos o tres años.
La última vez que estuvo en Cadiz, allá por el año 95, Paco Roca no era el Paco Roca que hoy conocemos, sino un muchachito simpático y algo tímido, todavía con más aspecto de Peter Pan que ahora, que hacía ilustraciones para nuestros cuentos y caricaturas y portadas y todavía, creo, no se había liado la manta a la cabeza para convertirse en eso tan difícil y tan envidiable, un autor de cómics.
Ayer, en las Presencias Literarias que organiza la Universidad de Cádiz, ante una cincuentena de espectadores, estuve charlando con Paco exactamente en los mismos términos que habíamos estado hablando desde que nos reunimos para almorzar y luego charlamos paseando por las calles de Cádiz, una conversación que quizá fuera la continuación de alguna otra conversación que dejamos interrumpida, y que seguro que continuamos la próxima vez que volvamos a vernos.
Paco, que se sabe importante aunque no deja de ser sencillo, contestó con gracia y labia, quizá un poquito estupefacto por todo el revuelo que se ha causado con "Arrugas", y que le ha traído cosas buenas y cosas menos buenas, entre otras cosas porque lleva casi dos años dale que te pego con el tema, restándole tiempo para dibujar. Repasamos su carrera, desde sus inicios como diseñador a sus escarceos con la ciencia ficción disfrazada de historieta pornográfica, siempre con humor, con un punto de candidez. Mientras Paco hablaba y se metía en el bolsillo al respetable, fui viendo que ya no era el joven de aspecto aniñado que era hace quince años, que en el fondo es el Paco Roca que uno tiene en la memoria. Se nos ha hecho mayor, lo que quiere decir mucho más sabio, y en su cuidado aspecto desgarbado atisbé unas cuantas arrugas propias.
Habla con gracejo, saltando de un tema a otro y repitiendo historias que ha contado ya una y mil veces, dándole la importancia justa a su trabajo y a la evolución de su carrera, pero no puede evitar (quizá él no se da cuenta) que cuando habla de "Arrugas", de su investigación para "Arrugas", de todo lo que luego le ha traído "Arrugas" y que tan magistralmente retrata en el "Emotional World Tour", no puede evitar, les decía, que la voz se le haga un punto más cálida, más melancólica, más emocionada.
Tiene anécdotas para dar y regalar, y como uno es perro viejo en esto le tiró de la lengua lo justo y preciso para que no revelara de sus golosos proyectos presentes más que lo estrictamente necesario, una estrategia de teaser que estoy seguro dejó a los asistentes con la miel en los labios. Luego, sabiendo que Paco Roca observa y calla, y apunta y algún día quizás recree, mientras comíamos pescao frito, le contamos anécdotas que arrancaban carcajadas quizá con la esperanza de influir en algunas viñetas algún día.
Y a mi pregunta más capciosa se salió, naturalmente, por peteneras: no quiso decir si se consideraba o no un poeta.
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