En Londres, que es donde he estado desaparecido esta semana, tuve la oportunidad de ver Avatar en 3D. Y de evaluar la película de otra manera, en una segunda lectura. Lo primero, que se hace mucho más corta, menos tópica y se lee mejor con un nuevo visionado, y además te puedes centrar en lo que nos ha hecho centrarnos tantas veces en las películas que hemos visto muchas veces: en los detalles. También, en especular posibles continuaciones, y cómo se desarrollarán los acontecimientos, y qué será de los personajes. Uno tiene la impresión de que, sí, Avatar acabará convertida en trilogía, y que saltaremos de un planeta a otro. Parker, que se pasa toda la película con cara de duda sobre sus acciones (cosa que no sucede con el coronel Quaritz) me imagino que acabará teniendo mucha importancia en el futuro: no se contrata a un actorazo como Ribisi sin atarlo para otras historias. Tendremos que ver la Tierra sin verde... y acabaremos viendo la Tierra con verde. Cosas mías.
La experiencia 3D: Es cierto que se ve otra película, es cierto que la sorpresa es continuada, que el efecto de las plantas y la exobiología es alucinante. Sin embargo, creo que está poco explotado. O será que el ojo se acostumbra pronto al trampantojo. La nitidez de la imagen en 2D es tal que uno se pasa toda la película en 3D buscando el más difícil todavía, y los efectos especiales han progresado tantísimo que ya no nos sorprendemos por casi nada. ´
La duda que me asalta, si el cine en 3D se afianza (como tendrá que afianzarse ante la competencia de lo digital en casa), es si no habrá entonces que reinventar una gramática, si el concepto del plano narrativo no estará pensado para una pantalla en dos dimensiones. Lo digo porque a veces el plano contraplano, el paso brusco del plano general al plano medio, "aplanan" la tridimensionalidad. Cuando la acción acelera, el efecto estroboscópico se diluye, o el ojo humano (los míos, al menos) no tienen tiempo de aclimatarse a los cambios tan veloces.
Por lo demás, recalcar que las voces de los Na´vi no son tan molestas como en el doblaje español.
Cameron, por cierto, ha imitado a Lucas, que a su vez siguió a Campbell. Tenemos claramente a los mismos personajes en una historia nueva: el elegido, el menos capacitado para la misión, el ser de fuera que inicia la rebelión (Jake, Luke); la chica guerrera, trasunto amoroso, ahora puesta al día y en plano de igualdad (Leia, Neytiri); el amigo del héroe que cambia de opinión (Han Solo/Trudy Chacon); el mentor o médico brujo o científico (Obi Wan, la doctora Grace); el malvado cruel (Vader, el coronel), y el burócrata frío (Moff Tarkin, Parker).
Extrapolando a partir de estos elementos, les apuesto a ustedes mi colección de memorabilia de Star Wars a que Sigourney Weaver vuelve como espectro fundido con la Fuerza-Eywa. Tampoco se contrata a una actriz como Susan para matarla sin más.
El viaje relativista concede a Jakesully y los Omaticaya casi doce años para prepararse para el segundo asalto. Esperemos que Cameron no tarde tanto tiempo.
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