En estos tiempos de incomprensible revival zombie, no es de extrañar que se recurra una vez más a adaptar el libro que está en el fondo de todo el tema: El día de los trífidos, la novela de John Wyndham que todos aprendimos a amar a partir de la adaptación al cómic en Mundos Desconocidos de la Ciencia Ficción. Antes de que admirados premios Nobel tomaran la premisa y le dieran una pátina de calidad (y antes de que Cormac MacCarthy cogiera por su parte a Lobo Solitario y su Cachorro y los convirtiera en protagonistas de La Carretera) ya Wyndham había contado una historia de fin del mundo ciego y del caos de la civilización, de seres que andaban muy despacito y no tenían mentalidad propia y se alimentaban con paciencia de los restos de la raza humana y no se podía razonar con ellos y se eliminaban, qué casualidad, con fuego o cortándoles la cabeza.
Existen ya otras adaptaciones, una al cine en los años sesenta, y otra en seis episodios televisivos en los primeros años ochenta. Ahora, aprovechando el revival (las primeras escenas de 28 días después son trífidas a tope) la BBC ha vuelto a adaptar, en dos capítulos de hora y media de duración cada uno, la novela, y lo hace siendo sorprendentemente fiel, poniendo al día lo que se puede y respetando algún que otro contrasentido que quizá no encaja (¿cuándo se desarrolla la historia? ¿dónde está internet?).
Mucho más interesante el primer capítulo que el segundo, ciertamente, como es mucho más interesante el arranque de la novela que su continuación. Lo mejor, la rápida muestra de cómo en situaciones de caos es el fascismo y el cinismo de los aprovechados lo que se hace con el poder, encarnado aquí por un personaje muy menor en la novela, Torrance, que se convierte en uno de los coprotagonistas. Lo peor, la huida de la granja y la explicación acientífica cuando todos los personajes se han partido la vida intentando encontrar una solución racional.
Los trífidos, curiosamente, apenas aparecen en todo el primer capítulo, soslayando quizás un aspecto que hemos considerado, desde Frank Kelly Freas, como algo ridículo. En esta versión no vemos del todo las tres patas que le dan nombre, pero asustan un montón, se les ha convertido directamente en depredadores carnívoros y no carroñeros, y ya lo único que los distingue de los zombis es que no corren.
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