Estuve viendo anoche, váyanse ustedes a saber por qué, Jóvenes Ocultos 2, la secuela muy tardía de una película ochentera que, como tantas películas ochenteras, resultó en su momento original y divertida, aunque no fuera para tirar cohetes. Entre tanto vampiro con rimmel como se ve hoy, me apeteció ver una película de vampiros rockeros y sanguinolientos, una secuela donde se notan las influencias de Buffy (en quien tanto influye la peli original) y del Drácula de Coppola, por cierto, en los colmilludos y sus muertes pelín desaforadas.
A lo que iba: Corey Fieldman vuelve a interpretar su papel de Edward, ahora constructor de tablas de surf y cazador de vampiros, toma ya, que parece un cruce entre Rambo y la parodia que de Rambo hizo Charlie Sheen entre chupito de droga y detención por malos tratos. Corey, que ha tenido una vida desordenada que se ha cargado su carrera, o quizá lo primero sea causado por lo segundo, explica en un momento determinado que todo lo que sabe de vampiros lo ha aprendido leyendo cómics. O sea, como en la primera película. Y entonces saca unos cómics y se los muestra al atribulado hermano incestuoso que es el protagonista de la película.
Los tebeos que muestra, lástima, no existen. Son tebeos hechos para la ocasión, como ya hemos visto últimamente en tantas películas y tantas series de televisión. En Jóvenes Ocultos, la original, como en los Goonies, o los Gremlins, o tantas otras pelis del momento, los tebeos que salían en la historia eran tebeos de verdad: Conan, X-Men, Tomb of Dracula, Superman, hasta Amazing Heroes, como me recuerda CP al teléfono. Eran tebeos reconocibles, guiños no sólo al espectador entendido en comics, sino parte de la realidad que conformaba la historia.
De un tiempo a esta parte, imagino que por no pagar derechos, se recurre a tebeos que no existen. Lo malo no es que no existan, sino que son tebeos hechos por fanzineros o ni siquiera por gente que empieza, quizá por el primo del amigo del hermano del cuñado del técnico de sonido. Tebeos que, cuando se abren y se muestan a cámara, se ven mal dibujados, ridículos, sin arte, sin gracia. Tebeos que, aunque los que leemos tebeos queramos reivindicar como algo cultural, y serio, y sesudo, y digno, no lo son. Tebeos que dejan al tebeo a la altura del betún, porque son eso, betún, mierda.
Una cosa es inventarse un personaje y que ese personaje tenga cierta gracia en la historia (recordemos las tiras de La Mano dibujadas por Barry Smith o las que dibujaba Jack Lemmon en Cómo asesinar a la propia esposa), y otra cosa esto. Si ponemos al cortesano al lado del pordiosero, el pordiosero le pisará el pie, o algo así que decía Hamlet. Decir que esa porquería que se ve en las películas son tebeos, y mostrar pasión por ellos por parte de unos personajes que son en su ficción entendidos en tebeos es un error que nos desprestigia a todos, que nos ridiculiza todavía más.
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