...y visto lo visto en el primer capítulo, más vale que se hubieran quedado en el recuerdo.
De momento, un remake desangelado de la serie original, que tampoco fue, reconozcámoslo, más allá de la premisa inicial y la mini-serie que le dio origen, nada del otro jueves. Escenas calcadas, el mogollón de personajes a esperar (donde no falta, cáspita, la agente del FBI que nos acosa en todas las series que en el mundo son últimamente), una visitante que ahora se llama Anna y no Diana... y poco más.
Los futuros lagartos ya son llamados "V" por la gente normal. Hay un curita guapo que a la que se escantille acabará dando mae geris como un Donovan cualquiera. Un niñato tonto al que le va el rollo Hitler Juggens, como en la serie original (pero éste es guaperas y el original era francamente odioso), y ahora el plan invasor se complica con teorías de infiltrados previos (o sea, como los cylons) y cualquiera acabará, seguro, siendo un lagarto con capas de látex.
Las sospechas contra los invasores no tienen fundamento, ni están bien explicadas (lo mismo es que no hace falta, claro, que los seres humanos somos así de paranoicos según nos regalen cosas). El buenrollito alienígena apunta ahora, por un lado, a la religión y el mesianismo (aunque no se atreven a mencionar la palabra "fe", faltaba más), y por otro lado, cáspita, qué cara habrán puesto los Obama Boys, lo que los lagartos ofrecen no deja de ser Seguridad Social gratis.
Aburrida y predecible, de momento, pinta la cosa. Molaban más Diana y sus chicas de rojo con aspecto de compañeras de instituto de Tracy Lords. Quizá es que hay cosas que es mejor no retocar, porque se emborrona todo.
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