En el mundo de los comic-books, misterio de misterios, un gorila en portada es garantía de éxito de ventas. Si un superhéroe vende, un comic-book donde salgan dos superhéroes vende, lógicamente, más. Ese fue el gran éxito de la Justice League of América a finales de los años cincuenta, y persiguiendo ese éxito Stan Lee y Jack Kirby crearon Fantastic Four en 1961.
Cuando al fabuloso cuarteto se le unieron otros personajes en cabeceras individuales, el paso siguiente fue reunirlos a todos en un título, The Avengers, donde pudieron refugiar a sus todavía nuevos personajes bajo la excusa siempre luego repetida del equívoco, la confrontación y, superadas las dudas, la lucha contra el verdadero enemigo. Ese es el punto de encuentro de Hulk, Thor, Iron Man, El Hombre Hormiga y la coqueta Avispa. También andaba por allí un adolescente con su radio de aficionado, Rick Jones. Y el malo más malo que había hasta ese momento, Loki el perverso.
El verdadero impulso de la nueva serie se produce en el número 4, cuando Lee y Kirby tiran hacia el pasado editorial y recuperan al Capitán América como nuevo miembro del grupo. La jugada, que ya les había salido bien en la repesca de Namor también en el número 4 de Fantastic Four, es lo que a la postre va a marcar el estilo de la serie durante las décadas venideras.
Retirados Lee y Kirby del título para dedicarse en cuerpo y alma a los 4 Fantásticos, Spider-Man y Thor, Los Vengadores se convierten en el título capital que da cohesión al Universo Marvel en expansión cuando a los guiones llega Roy Thomas, el primer fan que se profesionaliza en la historia, y cuando a Thomas se le unen dibujantes de la categoría de Neal Adams, John Buscema, Tom Palmer o Barry Smith.
El truco es sencillo, pero no es fácil de aplicar: las historias de Los Vengadores se aglutinan casi siempre en torno a la llegada de un nuevo miembro que impulsa los argumentos y crea en los lectores ese deseo de saber más, de explotar al personaje nuevo, de incluirlo en el Olimpo de los grandes. Así, tras el Capitán América, la serie reverdece cuando en sus filas se eliminan de un plumazo los personajes que ya habían adquirido cabecera propia tras el cambio de distribuidora (Thor, Iron Man, Hulk), y se sustituyen por secundarios ex villanos: Ojo de Halcón, Mercurio y La Bruja Escarlata.
A estos personajes se les van uniendo, cada poco tiempo, otros personajes nuevos, algunos de los cuales tardarán años en ser admitidos dentro de las filas del grupo, para desazón y mortificación de sus lectores: Hércules, El Caballero Negro, Pantera Negra, Lobo Rojo, Power Man, la Viuda Negra. Y, sobre todo, el robot sintozoide capaz de llorar lágrimas de androide, La Visión.
Thomas, antiguo profesor de literatura inglesa en un instituto, es capaz de contar historias divertidas a las que reviste de una pátina de cultura clásica, y lo mismo remite al mito de Edipo con la introducción de una androide llamada Yocasta que, siempre dentro de las tribulaciones de La Visión sobre su naturaleza y su creador, equiparar al maligno Ultrón y sus ansias de poder con el famosísimo poema “Ozymandias” de Percy Shelley.
La diversión está garantizada casi siempre. A la plétora de enemigos y juegos literarios de fácil acceso para el adolescente lector, hay que sumar el as en la manga de recuperar cuando se quiere a los personajes ya conocidos, por lo que la alineación del grupo siempre es una sorpresa. Thor o Iron Man aparecen esporádicamente en las aventuras, El Hombre Hormiga cambia de tamaño y personalidad casi tanto como su compañera La Avispa de modelitos, pasando a ser El Hombre Gigante o luego Casaca Amarilla, y hasta en una larga saga Ojo de Halcón pasó a ser el Goliat del grupo, arrinconando durante un tiempo su arco y flechas.
Con el paso de las décadas, Los Vengadores, “los héroes más poderosos de la Tierra”, han sido capaces de tender la mano y albergar en sus filas a antiguos supervillanos redimidos (otra constante de la serie), a sentir en sus filas alguna dolorosa muerte y alguna que otra dolorosa deserción, a sufrir enfrentamientos internos, admitir en su plantilla incluso a personajes que poco tenían que aportar a la novedad de su interacción con otros héroes (Mister Fantástico, La Mujer Invisible, Lobezno o Spider-man, por ejemplo), y hasta establecer una sucursal en la Costa Oeste, descentralizando Nueva York.
Y siempre bajo la atenta tutela del fiel mayordomo Jarvis, dispuesto a quitar el polvo, resolver un crucigrama, dar un consejo a tiempo o recoger antifaces y botas arrinconadas por el suelo…
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