Me envía José Antonio, desde su norte, fotos de cuando estuvo con nosotros en el sur y aún más al norte. Veranos de 1986 y 1987, despedida de COU, julios en Crawley. Niños que hoy son hombres y hombres que quisiéramos seguir siendo niños.
Como todas las fotos, me despiertan un eco de tiempos perdidos, de sabores olvidados. No sé si duele más la falta del recuerdo (puesto que no me recuerdo ya, o al menos no me recuerdo en la pose de esos escenarios que parecen de postal) o la comparación entre ahora y entonces, pero sí compruebo, a deshora, que verte reflejado en una época ya consumida y arrinconada en tu historia produce un hueco casi igual que si no la hubieras vivido nunca.
Hay fotos antiguas que duelen como la Navidad.
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Categorías: Visiones al paso