Crisei

Del tebeo popular sin pretensiones, ya lo hemos visto, surge antes que del producto de qualité la obra maestra. Al socaire sin duda del éxito de En busca del Arca Perdida y el arqueólogo Indiana Jones, y enlazando sus aventuras con la indagación de lo extraño y esotérico que habían difundido Louis Pauwels, Jacques Bergier y, sobre todo, Erich von Däniken surge Martin Mystère, il detective dell´impossibile, un fumetti italiano de la siempre interesante escudería Bonelli creado por Alfredo Castelli y diseñado por Giancarlo Alessandrini (encargado de los principales episodios y de las portadas de la serie).

Las aventuras de Martin Mystère se encuadran dentro de ese tipo de tebeo bien narrado, tan característico de la editorial, donde prima sobre todo la historia y su desarrollo por encima de las florituras artísticas (y en ese aspecto es de lamentar que el grafismo sobresaliente de Alessandrini, dibujante en la línea de Joe Kubert, no se prodigue más). Martin Mystère es fundamentalmente un tebeo de guión, una obra de autor donde Castelli cuenta siempre una historia llena de vericuetos, profundamente documentada y razonada, con un tempo narrativo que ocupa páginas impensables en cualquier otro tipo de cómic, y donde el elemento didáctico nunca quedará de lado: las leyendas, hechos históricos, enigmas sin resolución, datos geográficos y curiosidades que los personajes explican o descubren son rigurosamente verídicos, y las novelitas donde se publican las aventuras incluso tienen, en contraportada, textos que abundan en los enigmas que el investigador de lo imposible explora. En ese sentido, Martin Mystère, con su regusto de tebeo clásico, tiene entre sus muchísimas cualidades las de ser capaz de entretener, divertir y enseñar (¿dónde aparte de en los concursos televisivos de hoy en día puede alguien descubrir que la capital de Florida es Tallahassee y no Miami?).

La labor de documentación que exhibe el guionista es sorprendente. Desde elucubraciones sobre las pirámides egipcias a los mapas de Piri-Reis, de las teorías de la Atlántida al origen del vampirismo o el culto a los muertos, del hundimiento del Lusitania al secreto de Stonehenge, Mystère mezcla la pura acción y aventura con la ciencia-ficción desaforada, parte de una suerte de cosmogonía donde todas las piezas parecen encajar aunque sean inaprehensibles, incluyendo piruetas temporales, desplazamientos en el espacio o algún homenaje a Lovecraft. Armado de una futurista pistola paralizante y acompañado del gigantesco y mudo Java, un hombre de Neanderthal que es su camarada y sidekick, Mystère tiene ese punto que lo relaciona con James Bond, el propio Indiana Jones del que parte o el Erich von Däniken (o el Juan José Benítez) en cuyas filas de "investigador" se engloba: los continuos cambios de escenarios exóticos, el acoso femenino-pero-menos o el enemigo eterno en la persona del arqueólogo y ex-colega Sergej Orloff, con su rostro destrozado y su garfio high-tech que lo convierten en un villano de opereta. Vigilando de cerca están los "hombres de negro" que no quieren que ninguno de los descubrimientos de Mystère salga a la luz pública.

Antecedente directo del Fox Mulder de Expediente X, Mystère sin embargo se mostrará como un científico que busca siempre la prueba irrefutable, por lo que los misterios a los que se enfrenta quedarán en múltiples ocasiones envueltos en la bruma de la irresolución, siendo sólo el lector partícipe de la verdad: Mystère tendrá que esperar delante de su ordenador, rodeado de sus cachivaches y pendiente de la reprimenda de su insoportablemente celosa novia eterna, la llegada de un nuevo enigma que llame a su puerta.