No estoy en disposición de rebatir la tesis de Michael Chabon, premio Pulitzer, respecto a la influencia de Harry Houdini en la creación de los superhéroes de los comic-books, pero sin duda fue una inspiración capital (junto con otros populares ilusionistas de una época de ilusiones) para que un jovencísimo Lee Falk presentara a quien es quizá el primer héroe con superpoderes del medio, aun sin llegar a ser jamás un superhombre al uso: el inquietante y divertido mago Mandrake.

Lee Falk (el "Lee" más importante y mejor de la historia de los cómics) apenas tenía veinte años cuando presentó a la King Features Syndicate varias semanas del personaje, dibujadas por él mismo. Universitario de sólida formación teatral y radiofónica (además de indispensable guionista histórico, Falk llegaría a ser productor y director de centenares de obras de teatro, y naturalmente autor de otro título clave de la historieta, The Phantom), enseguida dejaría la labor artística al veterano Phil Davis, y entre ambos explorarían las fronteras de la realidad y la ficción de la mano de su poderoso personaje.

Mandrake ("Mandrágora", aunque las primeras ediciones en España lo rebautizaron "Merlín") toma su nombre de un poema de John Donne, adquiere el físico característico de los magos teatrales y los latin lovers de los años treinta, y -como todos los personajes del cómic- la vestimenta sempiterna del frac y el sombrero de copa de una profesión que, por lo demás, apenas ejerce. Héroe misterioso educado en artes arcanas, tiene como sidekick a un gigantesco servidor negro, revelado luego como príncipe africano, Lothar, quien con el paso de los años adquiriría el inevitable coprotagonismo que le correspondía. El triángulo aventurero se cierra con la bella y desvalida princesa Narda, surgida a partes iguales de las películas de Theda Bara y los cuentos de las mil y una noches.

Mandrake divide sus aventuras entre casos misteriosos y enigmas policiacos (que con el paso de los años se adueñarían de los destinos de la strip), y un divertido vagabundeo por el mundo, mostrado aquí como sucesión de reinos de opereta, exotismo arábigo y con algunas influencias de Jonathan Swift, momias y hombres-lobo, tumbas profanadas y dinosaurios inevitables, magos malvados como El Cobra (que fue su propio maestro), mundos fantásticos con abundantes dosis de erotismo en los serrallos y despendolados pases de birlibirloque por parte del héroe, desarmado siempre.

Mefistofélico y hierático, sin despeinarse jamás el negrísimo cabello engominado, sólo alzando la ceja y atusándose el bigote con el esperado gesto teatral, Mandrake usaría sus poderes para romper de continuo la barrera entre realidad y ficción, para volar, levitar, hacer volar y hacer levitar a sus enemigos, cambiarles el rostro, volverlos invisibles, convertirlos en animales, trocar materiales en oro, empequeñecer a gigantes, doblar lanzas y espadas, desviar disparos, cualquier cosa que sorprendiera tanto al lector como a los desvalidos contrincantes del mago. La fantasía desbordada (magníficamente ejemplificada en las páginas dominicales, donde el lucimiento del artista resulta patente) es la característica principal del personaje, un divertido ritual de efectos especiales dibujados que no podían verse todavía en las pantallas y que conseguían un impresionante efecto transgresor.

Por desgracia, toda la fantasía desbordada de los poderes del mago en acción, su no sometimiento a las reglas de la naturaleza, se iría diluyendo con el paso de las décadas, hasta dejar reducidos los poderes cuasidivinos de Mandrake al uso de hiponosis pura y simple (explicación que, naturalmente, no explica ni la décima parte de las habilidades mostradas por el personaje durante sus años de exotismo). La muerte de Phil Davis y su breve sustitución por su propia esposa primero y por Fred Fredericks más tarde fue convirtiendo a Mandrake en un detective de aspecto algo ridículo, con aventuras caseras en los años sesenta y más tarde con un acercamiento al jamesbondismo al que no pudieron escapar muchos de los grandes personajes clásicos de prensa.

Mandrake queda pues como título característico e imprescindible de los tiempos en que los cómics podían diversificarse y explorar conceptos y estirar a placer sus argumentos, cuando a nadie se le ocurría poner trabas a la fantasía, pues por propia definición ésta es incontenible. Basta un pase mesmérico y un chasquear de dedos para demostrarlo.

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Comentarios

1
De: Xelo Fecha: 2009-08-12 01:09

Me imagino que, a estas alturas, mi comentario será redundante pero...que serie deliciosa de post tebeísticos.
Gracias y que sigan :D



2
De: Xavi Marturet Fecha: 2009-08-12 06:15

No sabía que lo habían renombrado inicialmente como Merlín en España, pero tampoco me extraña mucho.
Ni tampoco que había dirigido y producido obras de teatro.
Pero sí sé que Lee Falk era un hombre capaz de jugar con la fantasía para crear guiones alucinantes. Cualquiera puede crear a un mago, pero ¿a quién se le podía ocurrir el truco de cambiarle la cara a un villano? En esos detalles es donde yo quedé fascinado y enganchado a su firma en su día.



3
De: Flash Thompson Fecha: 2009-08-12 09:03

La serie de TV "El Mago" con un Bill Bixby pre-Hulk, ¿no podría considerarse una adaptación "apócrifa" del bueno de Mandrake?



4
De: RM Fecha: 2009-08-12 09:29

Yo siempre la vi así :)

El personaje, por cierto, se llamaba Anthony Blake... y "nuestro" mago sacó de ahí su nombre artístico.



5
De: A. Romero Fecha: 2009-08-12 12:31

Disculpa el apunte pejiguero: Houdini se llamaba Harry (bueno, de hecho se llamaba Erik Weisz y luego Erich Weiss, pero esa es otra historia).



6
De: RM Fecha: 2009-08-12 12:35

Cierto.



7
De: salvador Fecha: 2009-08-12 13:12

por cierto "las aventuras de kavalier y clay" me encantó como narraba entre otras cosas la el nacimiento y caida de la época dorada del cómic



8
De: RM Fecha: 2009-08-12 13:27

a mí me pareció un horror, fíjate. Primero, porque me parecía falso. Segundo, porque el traductor no entendía el tema. Tercero, porque lo escribimos en España y lo tenemos todavía en un cajón.



9
De: Rafael García Fecha: 2009-08-12 15:52

A mi me sorprende, desde la perspectiva actual, el sabor tan "demode" y pasado de moda que tienen todos los personajes de la King Feature Syndicate, ya sean "The Phantom", "Mandrake", o "Flash Gordon". Aún cuando se siguén publicando tiras de prensa de ellos en la actualidad, no encajan muy bien con el mundo del comic USA hoy en día.
Y me sorprende que RM, que creo recordar ha acusado a los heroes de la DC de excesivamente "desfasados" y "caducos", tenga tanta predilección por los de la King Feature Syndicate, que parece anclados en los 40 o 50.



10
De: RM Fecha: 2009-08-12 16:52

Eh, quieto parao: yo defiendo los cómics de prensa DE SU ÉPOCA, no los de ahora, que son un horror horroroso, hechos por autores de segunda fila, por guionistas muy malos y encima obligados a contar sus cosas en 8 semanas.

Pero el trabajo de autores como Lee Falk, Sy Barry, Phil Davis, Hal Foster, Alex Raymond, MIlton Caniff, Dan Barry, Mel Graff, etc etc etc no ha sido superado nunca en la historia del medio. NUNCA.

Y de ellos hablo.



11
De: JR Fecha: 2009-12-03 01:02

Yo adoro a Mandrake, a Lotario y a Narda. Me fascinaba un amigo de ellos que se llamaba Magnón, el emperador del millón de planetas y que -aún con todo su poder- buscaba a Mandrake para que lo sacara de algunos líos. Claro, a veces sucedía lo contrario.
Por otro lado, yo aprendí a leer con estos heroes, con Tarzan, Flash Gordon y el Fantasma, que salían a full color todos los domingos.