(escrita en Español de Portugal)
Finalmente ha llegado a mis manos el volumen inaugural del nuevo “Prince Valiant” de Fantagraphics Books. Se trata de la tan esperada colección que recurre al mejor material que se podía tener para hacer la edición definitiva en color: pruebas… en color. Mejor que pruebas en color, solo si existieran aún las chapas con las cuales se imprimieran, pero no consta que alguna vez los syndicates hayan guardado dicho material. ¡Pues si ni siquiera guardaban nunca las pruebas en color y muy pocas veces las pruebas en blanco y negro!
Las dichas pruebas de que se sirvió Fantagraphics no estaban, por lo tanto, en los archivos de King Features. Se trata de las pruebas que el autor de “Prince Valiant”, Harold Foster, fue guardando a través de los años y que en sus tiempos de semi-reforma, en los años 1970, donó (junto con otras cosas, incluso muchos originales de sus planchas) a la Biblioteca de la Universidad de Syracuse. Semejante hecho de que un autor guardara las pruebas de su trabajo era una práctica muy común entre los profesionales de cómics y una suerte increíble para el editor que quisiera publicar dicho trabajo con la máxima calidad. Todavía, hubo que esperar décadas y décadas para que un editor se decidiera a utilizar las pruebas en color de “Prince Valiant”.
¿Por qué motivo durante tantos y tantos años, antes de eso y antes de empezar reproduciéndose de las páginas en color de los periódicos (lo que sucedió en los años 1980), las ediciones de “Prince Valiant” en libro presentaron siempre nuevos coloreados si el verdadero existía? ¿Se ignoraba que Foster tenía el material necesario o será que Foster ocultaba que lo tenía? Un verdadero misterio.
Todavía, por lo menos a partir de 1985 deja de haber misterio sobre un eventual ocultamiento de esas pruebas, pues en ese año el número 102 de “The Comics Journal” (que es publicado precisamente por la referida Fantagraphics) presenta la última entrevista con Foster y en ella el artista es muy claro sobre la donación que había hecho a la Universidad de Syracuse. Y fue entonces que también yo tomé conocimiento de que había un tesoro en una biblioteca de una universidad de Estados Unidos. ¡Un tesoro que no estaba escondido!
No estaba escondido pero, como lo demostraron los más de veinte años siguientes, los editores, incomprensiblemente, no lo veían. Por ejemplo: Rick Norwood estuvo en esa biblioteca en busca de originales de las diez planchas iníciales de “Prince Valiant” y encontró el de la primera pero aparentemente no se apercibió de las pruebas en color, pues sus tres gigantescos volúmenes los imprimió con un color totalmente hecho de raíz cuando habría resultado mucho más simple, barato y mejor usar las pruebas existentes. ¡Incomprensible!
Pero, volviendo un poco hacia atrás, ¿que son realmente las pruebas en color de que estamos hablando? ¿Son ellas realmente que permiten hacer la edición definitiva en color?
Hay quien confunda pruebas con guías de color y crea o defienda que solo estos permitirían hacer una edición en color verdaderamente fiel a las ideas de Foster. Errado. En un tiempo en que, aún antes de los ya ultrapasados fotolitos y de la separación mecánica de colores, todo se hacía de manera muy diferente de lo que hoy infográficamente se hace, el guía de color era simplemente una reproducción del original en blanco y negro coloreada de manera no mucho cuidada a partir de la cual los grabadores hacían las chapas para la impresión final en las rotativas de los periódicos. Las pruebas eran las primeras impresiones que, en papel de alta calidad, los grabadores hacían con las chapas que habían elaborado y eran no solo el resultado final de un largo proceso pero también la mejor manera de verificar lo que había que corregir. Esto quiero decir que habría una prueba provisoria y más tarde una definitiva. Una edición utilizando los guías de color tendría interés, pero ya casi no existe ninguno; y una edición con un color hecho de nuevo utilizando esos mismos guías (si aún existieran), ¿basada en qué podría reivindicar el derecho a proclamarse como más fiel a las ideas de Foster si partía exactamente de los mismos guías?
Por lo tanto, la edición definitiva en color de “Prince Valiant” es la que tenga el color igual a los de los periódicos y la mejor manera de conseguir esto es reproduciendo las pruebas en color. No hay otro color que pueda considerarse el original. Quien no lo quiera, solo tiene una opción: “Prince Valiant” sin color.
Y llegamos a lo que aquí nos ha traído: entonces, ¿la edición de Fantagraphics es la definitiva?
Podría serlo, pero para mí no lo es aún. Y así se perdió una excelente oportunidad de serlo.
Sin duda que constituye un gran placer contemplar la gran mayoría de las páginas de este libro: la limpidez de los colores es absoluta, los blancos son realmente blancos (no amarillentos, como en las viejas páginas de periódicos), los negros son considerablemente negros y no hay interferencias de lo que está impreso en la página del reverso (el viejo problema de las páginas de periódico, porque la tinta de impresión penetraba excesivamente en el papel); estamos delante del verdadero color original de “Prince Valiant”, es indiscutible. Pero si miramos bien de cerca constatamos que los escaneos no capturaron con nitidez las líneas de los dibujos, de tal manera que estas se pierden muchas veces en las manchas de colores más intensos (véase, por ejemplo, el fondo de la última viñeta da la plancha 44) y no pasan de grises muy tenues en muchos fondos blancos, cuando deberían sobresalir claramente. En este aspecto, en la edición de “Popeye” de la misma editorial el escaneo de las páginas en color es muy superior. Sin duda porque lo hico Fantagraphics, mientras que lo de “Prince Valiant” fue de la responsabilidad de la Universidad de Syracuse, siguiendo otros criterios en el uso del scanner y anulando, incluso, la posibilidad de distinguir los puntitos de que se componía gran parte de las masas de color. Esto significa que estas planchas de “Prince Valiant” no pueden ampliarse para verse mejor, pues lo que sí se vería mejor sería su falta de nitidez. En la última página del libro, se dice que la calidad de la reproducción solo fue posible con tecnología del siglo XXI, todavía en el siglo pasado, en 1996 concretamente, la editora alemana Splitter, obtuvo impresionantes resultados de nitidez de la línea en dos volúmenes con los dos primeros años de “Prince Valiant” reproducidos de páginas periódicos.
Además, estos volúmenes también tenían un tamaño más grande: casi 33 centímetros de altura de mancha de la página contra los menos de 31 de Fantagraphics, una diferencia muy importante, todos sabemos porqué, en lo que a “Prince Valiant” concierne.
Además, Fantagraphics no debería haber partido del presupuesto de que las pruebas en color que iba a utilizar serían perfectas. No lo son y los escaneos exigían algunos retoques relativamente simples que habrían mejorado mucho el producto final. Hay bastantes manchas de colores con extrañas faltas de uniformidad, haciendo sospechar que la prueba utilizada tuvo una versión ulterior, con correcciones. Por ejemplo: en la plancha 57, el vestido verde de Morgan Le Fey tiene borrones que no aparecen en la página tal como se imprimió en los periódicos. También tenían las pruebas muy frecuentemente un defecto resultante del hecho de imprimirse el negro antes de los colores, que hacía con que estos ocultaran aquel. Esto se ve, por ejemplo, en el balcón de la sétima viñeta de la plancha 54.
Referidos los grandes defectos de la edición, defectos que muy probablemente se repetirán en los próximos volúmenes (lo del tamaño del libro, por lo menos, sin duda), pasemos a los defectos no pequeños pero por lo menos no tan grandes…
La colección de pruebas Syracuse no está completa; lamentablemente, Foster no habrá guardado algunas y, del periodo comprendido en el libro (los dos primeros años – 98 planchas), faltan diecisiete, muchas más que en los años siguientes. Fantagraphics solucionó el problema recurriendo a dos fuentes distintas: para las primeras 10 planchas a la edición antes referida de Manuscript Press y para las otras (la 15, la 16, la 17, la 24, la 37, la 72 y la 89) a la actual edición alemana de Bocola. El contraste entre estas planchas y las reproducidas de pruebas es chocante en todos los casos con excepción de la primera plancha, que se había reproducido del original y fue correctamente coloreado. Las planchas 2 a 10, que Fantagraphics consideró no poder reproducirse de periódicos (lo que, en realidad, sería la solución correcta) son una muy mala tentativa de restauro, tentativa que si no fue convincente hace 27 años, mucho menos lo es hoy. Las otras planchas son una reproducción de la también antes referida edición de Splitter, la cual había utilizado páginas de periódico. Pero si Bocola ha restaurado el color en sus fallos de registro y algunas de sus irregularidades, en todo lo demás, incluyendo las líneas de los dibujos, no logró mejorar nada, antes empeorar el aspecto general de la plancha (véase, como mejor ejemplo, la 72). No tiene explicación el hecho de Fantagraphics haber recurrido a Bocola cuando la misma edición de Manuscript le posibilitaría la solución perfecta.
Respecto a las planchas 2 a 10, la edición de Manuscript tiene también otros defectos que Fantagraphics podría fácilmente haber solucionado: en las planchas 5 y 6 falta el “next week” y el de la 4 está incompleto; y de las planchas 4, 5, 8 y 10 está borrada la firma de Foster. Además, muy extrañamente, Fantagraphics hico desaparecer textos de viñetas de las planchas 4 y 19, además de dos palabras en la tercera viñeta de la 24.
Ciertamente por obra de Bocola, de la séptima viñeta de plancha 16 se hizo desaparecer el insólito bocadillo que debería verse en blanco recortado sobre el fondo verde. Se trata de una lamentable interferencia en el trabajo de Foster, pero peor aún es lo que hicieran en la primera plancha: le quitaran el encabezamiento original y exclusivo y lo sustituyeron por el que se repite en las planchas siguientes. Esto es tanto más incomprensible cuanto es cierto que fue en la edición de la cual se sacó la plancha que por primera vez ella se publicó reproducida del original inalterado, con un encabezamiento que incluya un dibujo nunca antes visto (la plancha sufrió un remontaje y alteraciones antes de publicarse en los periódicos).
Según se puede leer en alguna parte del site de Fantagraphics, la edición, por lo menos por el momento, está planeada para 5 volúmenes (o sea: los primeros 10 años de la serie), que se publicarán anualmente. Es poco. No es la forma correcta de cautivar el lector común. Como mínimo, deberían ser dos volúmenes por año. Además, se trata de una edición relativamente barata (120 páginas en color, tapa dura y excelente papel por solo 30 dólares) y a un lector interesado no le asustaría el gasto.
A pesar de todas las calidades referidas del volumen ahora publicado, lo que a mí más me gustó y constituyó una verdadera sorpresa fue encontrar en la plancha 50 el texto sin la censura de que hace mucho yo sospechaba que el texto original había sido víctima en la tercera, la sexta y la séptima viñetas. Esto quiere decir que, después de hecha la prueba de la plancha, en el King Features se consideró demasiado cruel en comportamiento de Val y se decidió suavizarlo a través del cambio del discurso antes de enviar las cosas a los periódicos. Y la prueba en blanco y negro que guardaron fue la corregida, pero a Foster y al extragero (como lo prueba traducción en la edición francesa de los años 70 de SERG) enviaron la versión correcta.
En resumen de todo lo dicho: la nueva edición de Fantagraphics es muy buena pero no es aún la definitiva. Además, no hace que pierda su razón de ser una edición en blanco y negro.
Manuel Caldas
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