Eran los años que han muerto hoy mismo, los ochenta, chupas de cuero y corbatas de napa, zapatos sin calcetines y blaziers de color crema a juego, o en contraste, con camisas de color rosa palo.

En Crawley, Inglaterra, allá por Wessex, yo acompañé un par de años a los chavales que querían aprender inglés, y cada tarde me aburría en un pueblo que no tenía mucha más vida que el pueblo que habíamos dejado en España, pero esa es otra. Cada noche, para regresar a la casa donde yo vivía con dos ancianos silenciosos y una perra huraña (The Dingle, se llamaba la calle), tenía que caminar solito durante un par de kilómetros.

En Inglaterra la gente, a partir de las cinco de la tarde, lo sabrán ustedes, desaparece. En verano, y en aquel pueblo, quizá por la visita de los españolitos de academia, había algo de vidilla en la insulsa bolera, por lo que nos retirábamos allá a las diez. El pueblito era tan aburrido que muchas tardes yo me quedaba en la casa, cuando los dos ancianos silenciosos se iban al pub a jugar a los dardos, viendo Miami Vice y los primeros episodios de Luz de luna.

A las diez de la noche, obviamente, no había un alma en el pueblo, y mucho menos por aquellas calles repetidas de casitas bajas y oscuras. The Dingle era una calle en redondo, un bucle (el primer día me perdí y me costó Dios y ayuda encontrar el número 50, porque volvía una y otra vez al principio del redondel). Antes de llegar a él, tenía que pasar por un cementerio.

Un cementerio inglés. O sea, como las películas. Un prado verde, entre árboles melancólicos, donde asomaban del suelo las lápidas y las cruces de las tumbas. La acera, en esa zona, se llenaba de baches y de losas levantadas, por lo que pronto aprendí a cambiar de acera y apretar un poco el paso cuando pasaba por aquel sitio. Era demasiado parecido al cementerio de Thriller, el video-cortometraje de Michael Jackson que tanto me había acojonado en casa aquel fin de año en que me quedé solo, sin ganas de ir de fiesta absurda.

Una noche, y juro que es cierto, cuando pasaba por aquel cementerio, la luna llena en el cielo, alguien, en alguna casa cercana y oscura, tenía puesta música a todo volumen.

Estaba sonando nada menos que Thriller.

Esa noche no apreté el paso. Creo que volé, directamente.

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Comentarios

1
De: El Té de las cinco servido a las nueve Fecha: 2009-06-26 21:17

Tantas líneas para la anécdota más insustancial que he oido en años.

Mejor réquiem te quedó en el post anterior, mostrando un niño sin infancia que de adulto siempre la echó de menos y se rodeó de niños para sobrellevar el fantasma de vivir a través de ellos.



2
De: Ignacio Fecha: 2009-06-26 22:19

¿Si tan poco te gusta lo que hay en esta bitácora, por qué sigues entrando en ella?

No lo entiendo, la verdad.



3
De: El Té de las cinco servido a las diez. Fecha: 2009-06-26 22:25

No me disgusta esta bitácora. Pero cuando opino algo que no implica arrumacos, lo digo asimismo.

Y aunque me disgustase. El ser humano funciona por curiosidad.

Imagínate que no te agradan las aventuras de los vampiros de Crepúsculo pero éstas afectan al mundo, pues alcanzan un nivel relativo de repercusión.

¿Te extrañaría localizarlas como vehículo de conversación, excusa para observar algún punto lateral de la realidad, en una conversación de treintaañeros? Realmente no estarían "hablando de esas novelas que tan poco les gustan... qué absurdo que pierdan el tiempo así...", sino que estarían planteándose interrogantes sobre el mundo empleando la excusa más inmediata y valorizable que puedan tener a mano.

Todos visitamos muchas páginas en internet, pero no necesariamente invertimos el tiempo en ellas conforme nos resulta gratificante o no el tema.

PD: Insisto, mis comentarios NO obedecen a un propósito de trolleo. Hay que saber encajar las críticas negativas tanto como las positivas. El debate está para algo.



4
De: Francisco. Fecha: 2009-06-26 22:36

Té, pues a mi la anécdota me ha hecho gracia. Es verdad que podría haberse contado en una línea: "Un verano que estuve en Inglaterra, tenía que pasar todas las noches ante un cementerio. No veas el acojone una noche que algún desgraciao tenía puesto Thriller a toda pastilla".

Pero la ambientación no sobra. Que cuente que el cementerio es inglés, o sea, como el de las películas. La anécdota de la calle en forma de redondel. El qué se hacía allí... No sé, a mi me ha gustado.



5
De: El Té de las cinco servido a las diez. Fecha: 2009-06-26 22:46

Claro, hombre, además el gusto por cómo se cuentan las cosas es fundamental y disfrutable.

Pero es que resulta asombroso que RM sea tan insustancial. Intenta sacar y hacerse el interesante de detalles que quizá a veces podrían ser valiosos por sí mismos o que podrían selro por cómo se les resalta con virtuosismo literario... Pero nada, agua de borrajas.

Cualquier día dedicará cincuenta líneas a contar cómo puso la lavadora y lo apasionante que fue abrir el envase del suavizante.

Pero si la anécodta es insustancial en sí, y la manera de contarla es una mediocridad también sin sustancia, pues se coge y se le dice. Como dirá algún profesor de literatura gaditano en el futuro si algún día se menciona a la generación del choco frito: "No tenían nada de lo que hablar, pero insistían en hablar para sentir que eran alguien", o bien "Para ellos su ombligo era tan interesante y digno de decicársele enciclopedias enteras que no perdían prácticamente el tiempo aprendiendo del de los demás... aunque los demás fuesen personas que sí tenían cosas valiosas que decir".

Veis? A mi por ejemplo el entrar en esta bitácora me aporta un debate crítico como éste. Siempre desde el respeto.

Otra cosa es que RM suela borrar los posts donde no le adulan (incluso aunque tan sólo le lleven mínimamente la contraia en las opiniones) y tildar de troll a quien no le llama cosas como "maestro Marín".



6
De: Ignacio Fecha: 2009-06-26 23:37

No por mucho repetir una mentira ésta se convierte en verdad. No me sea usted tan goebbelsniano.

O dicho de otro modo: mucha gente habitual en esta bitácora (la mayoría, me atrevería a decir) no entramos ni en el grupo de los "maestro Marín" ni en el de los "tocanarices", que es el tuyo, por más que te cambies de nick constantemente.

En fin, a diferencia de ti, yo sí intento invertir mi tiempo en internet en temas que me resulten gratificantes, así que ahí te quedas.

Saludos.



7
De: Santiago Fecha: 2009-06-27 08:05

¡No se peleen chicos, o háganlo todo lo que quieran porque a mí me resulta muy entretenido!
La pieza de mis hermanas quedaba a unos cinco escalones por encima de la mía y una noche que nos quedamos hablando más de la cuenta mientras escuchábamos Thriller, me agarró un cagazo tan grande que en lugar de bajar esos escalones, decidí tomar una bolsa de dormir de encima del placard y dormir en el piso entre las camas de ellas.
Yo también fui el ombligo del mundo (aunque más tarde me di cuenta de que el mundo está lleno de ombligos como Argos de ojos -o como los fetos de pezones) y durante años Michael Jackson le puso música a esa contemplación a la contemplación de ese mi ombligo.
Estaba de la gorra, pero su muerte me dio mucha pena.



8
De: Santiago Fecha: 2009-06-27 08:09

Además, durante la semana, mi hija anduvo toda la casa intentando hacer (con muy poco éxito) el pasito lunar de Michael, a quien le había presentado hacía muy poco en You Tube. Y a ella la noticia de su muerte también le llamó la atención. ¿Y tenía cincuenta años? Dios: entonces me dí cuenta de lo jóvenes que éramos, de la grandes que estamos.



9
De: RM Fecha: 2009-06-27 10:39

Por cierto, ¿no serás como uno de esos profesores de literatura que, al hablar en clase de escritores muy queridos anteriores a la generación del pollo frito los acusaban de borrachos y sucios... y ahora viven publicando en las instituciones biografías donde los ponen por las nubes?



10
De: David Mateo Fecha: 2009-06-27 11:08

Siempre he pensado que el simple hecho de poner una lavadora, pasado por el tapiz del escritor, puede convertirse en una aventura apasionante o en una historia llena de añoranzas (sin ir más lejos, las cien primeras páginas de 'La historia de Lisey' de S. King tratan sobre una tía que se dedica a ordenar libros y a pensar en lo guay que era su marido... y el libro se llevó un Stoker). Lo que pasa es que cosas así sólo pueden hacerlas los virtuosos. Otros se limitan a criticar sin orden ni concierto.



11
De: RM Fecha: 2009-06-27 11:18

El artículo de la lavadora está aquí mismo:

http://www.crisei.blogalia.com/historias/30085



12
De: RM Fecha: 2009-06-27 12:59

¿ya no firmas como "off-topìc"? ¿Y no eres un troll?



13
De: Agustin Padilla Fecha: 2009-06-27 13:08

Pues a mí me ha hecho mucha gracia la anécdota, son de esas cosas que casi miras para arriba en plan Jim Carrey en el "Show de Truman" y te preguntas....dónde está la cámara? jeje



14
De: RM Fecha: 2009-06-27 13:17

Pasé miedo.

Lo que el cobarde multiseudonimal no entiende... ¡es que tenía 26 años ya!



15
De: Café de las nueve Fecha: 2009-06-27 17:13

Señor Marin... ¿ha eliminado algunos de sus comentarios poniendo verde de Te de las cinco...?



16
De: RM Fecha: 2009-06-27 18:13

No era mi comentario



17
De: Roger Fecha: 2009-06-29 09:58

A mí me ha encantado esta anécdota .



18
De: Javi Gala Fecha: 2009-06-29 15:47

Si hubiese llevado un compañero, también se habría parecido al veranito en la campiña inglesa de "Un hombre lobo americano en londres"



19
De: jose antonio Fecha: 2009-07-02 19:24

Rafa,
profe Marín,
a mi tb me ha gustado leer sobre Crawley, y sobre su bolera, 25 años después...
saludos cántabros.



20
De: RM Fecha: 2009-07-02 19:31

... y aquella teen putilla que ya debe ser abuela :)