Esta bellísima historieta demuestra que quizás nunca será posible pasar página. Una bomba en la noche y la humanidad es devuelta a la casilla de salida, envolviendo a los múltiples protagonistas de El último recreo en la pesadilla postnuclear más terrible, en tanto el mundo que parte de cero tras esa explosión lo hace también sin guía ni tradiciones, sin referentes y sin cultura. La situación que viven Mad Max y otros ilustres parientes cinematográficos o literarios (Ay, Babilonia o La Tierra permanece) no es más espantosa que esta enorme ciudad anónima, convertida en patio de recreo para los únicos supervivientes de la humanidad: los niños.

Con algún toque de El señor de las moscas, los capítulos de esta serie nos van mostrando los esfuerzos de los niños escapados de la hecatombe por sobrevivir en una sociedad que de pronto les ha dado la espalda, una sociedad que no pueden ni saben reconstruir, pues la vida en ese jardín del edén que al principio parecen las calles desiertas va trocándose poco a poco en trampa opresiva donde los distintos grupos se organizan en bandas que extorsionan y roban y matan y explotan, convirtiéndose en remedo de la sociedad adulta cuyo legado tanto temen. Por encima de las disputas por la comida, los abusos de poder de los pequeños caudillos o las bromas inocentes por proteger su reino ("El monstruo") flota siempre el espectro del pecado original, la maldición de morir cuando la pubertad alcance a los niños y la bomba sexual cause su efecto en ellos.

Y ese fantasma del futuro temido aparece en las entregas de la serie desde el principio: la niña que juega a ser madre con su muñeca; la pequeña Andrea del Cuore y sus poses de estrella y su jugueteo con los niños (y qué sintomático verla en la última viñeta de su episodio remedando la pose clásica de Marilyn Monroe en La tentación vive arriba); los cadáveres de niños desnudos rodeados de revistas pornográficas, en claro reguero de actos de masturbación o sodomía; los intentos de violación que acaban en agonía y asfixia. Junto a esa factura terrible de la humanidad hacia sus herederos, el espanto que impide la colaboración, la imitación de los viejos clichés, la búsqueda de una pistola que augure poderío sobre los otros desgraciados ("Con la ayuda de papá"), los intentos de crear una supremacía sobre los demás niños, bien sea por parte de algún adulto escapado a la muerte por su condición de eunuco ("El rey de la ciudad") o de otros niños convertidos sin saberlo en adultos ("El rey Arturo", "El hombre"). Antes de que su desarrollo físico convierta a los pequeños en cadáveres o en imitación de sus padres, es la propia sociedad en ruinas la que hace de ellos cómplices del pasado, condenándolos a repetir los mismos errores que desembocaron en la tragedia.

La sensualidad que desbordan los dibujos de Horacio Altuna refuerza enormemente el peligro de la llegada de la pubertad y esa promesa de muerte o goce sobre la que caminan los pequeños. Los niños no comprenden su pasado ni su futuro, y alguno hasta se niega a admitir el presente en el que vive, prefiriendo arrancar las páginas finales del libro que lee para que el héroe no muera, incapaz de unirse al héroe que pudo ser su amigo y quizá causando sin quererlo su ejecución. En el éxodo inevitable de la ciudad envenenada al campo se halla un capítulo magistral, "Cosas que quedan en el camino", quizás la primera reflexión de los niños sobre su situación, la renuncia inevitable a todo aquello que un día tuvieron: juguetes, ropa o videojuegos. Sin saberlo ellos mismos, es la primera decisión racional que los convierte en adultos. Y qué hermoso ese final abierto, donde Trillo y Altuna nos convencen de que pesa más la libertad y la elección de la vida y el despertar de los sentidos que la amenaza inevitable de la muerte.

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Comentarios

1
De: Beguetti Fecha: 2009-06-05 12:39

¡Que recuerdos me trae este tebeo!, me acuerdo hasta donde lo compré, que fué en un local de prensa que había en Bahía Sur (enfrente de la puerta principal de Pryca y al lado de la cafetería de mi "hermano" Miguel) que lo llevaba Antonio (el Vinagres) allá por el año 98, en mi último año en Cádiz (snif).
Es cierto que hay libros y películas que se le tienen un cariño especial por el momento concreto de la vida en que se leyó o vio.
Este libro para mí, es uno de esos tebeos especiales.



2
De: Mirbos Fecha: 2009-06-05 15:52

Ah, lo quiero! me encanta el genero apocaliptico! y tiene una pinta genial



3
De: Mirbos Fecha: 2009-06-05 15:54

perdon por el doble post, pero era para apuntar que me recuerda a una serie de la tele ( con algo de pinta mala y juvenil) sobre un desastre virico que afectaba a los adultos, asi que el mundo al final era de los niños.



4
De: Carmen Fecha: 2009-06-05 22:10

Una historia que lei por episodios en el ¿Zona 84? Ahora mismo no se si fue ahí o en Totem y que tengo a buen recaudo. Me trae unos estupendos recuerdos porque la historia no deja de ser conmovedora por lo que significaba en la vida de unos niños que de repente se encontraban abandonados a su suerte y con la certeza de que sabían que tenían que crecer y con ello llegarían las fatídicas consecuencias. El final me pareció esperanzador y yo sí creí que había llegado ya el momento.

Una asidua de su página que se ha decidido a dejar comentario.

Saludos



5
De: Jesus Fecha: 2009-06-05 23:15

Han puesto el comic a la venta de nuevo? Lo han reeditado?



6
De: Eduardo Fecha: 2009-06-08 21:14

¿Qué tal la reproducción? Porque acabo de echarle un vistazo al tomo de Las Puertitas del Señor Lopez que acaban de sacar, y el pixelado de la línea me tira bastante para atrás (se nota que está escaneado a una resolucion no muy alta). Espero que no se haya dado el mismo caso aquí.



7
De: Eduardo Fecha: 2009-06-08 21:20

No sé, yo he mirado ahora en casa mis tomos de los oechenta de las Puertitas del Señor Lopez, y la reproducción me parece mucho mejor, sin rastros de pixelado. Una verdadera pena. Esto pasa cuando los comics se sacan como churros y sin poner el cuidado que merecen.
Ojalá no pase lo mismo con el Ultimo Recreo



8
De: Tehanu Fecha: 2009-06-09 09:42

Yo tampoco lo conocía, pero el comentario me ha dejado con las ganas de conseguirlo. Me uno a la pregunta de Jesús: ¿hay reedición?