Tengo buena parla, dicen. Qué menos, dedicándome a lo que me dedico. O sea, a procurar que el personal no se me duerma y se entretenga con lo que digo. De vez en cuando doy alguna conferencia (últimamente hasta las pagan), y eso me permite repetir los mismos chistes y parecer más ingenioso y divertido lo que en realidad soy (nadie me cree cuando digo que soy muy tímido).

La primera charla que di debió ser allá por 1979, en Algeciras. "El nuevo cómic de aventuras", se titulaba, y aparecí en la prensa de la zona nada menos que en una foto de carnaval donde posaba disfrazado de Han Solo (una foto que, desde entonces, se perdió).

Fue Juanjo Téllez quien me metió en ese embolao. Acabábamos de separarnos hacía unos meses. No me sean mal pensados, que los conozco. Juanjo se volvió a Algeciras y con eso se acabó para siempre el sueño de Jaramago, del que he escrito casi todo en El anillo en el agua. Juanjo no tuvo problemas (o si los tuvo los superó) para empezar otra vez de la nada (tengo que escribir un comic sobre él algún día), y me llamó para que diera en no sé qué centro cultural una charla sobre el nuevo cómic de aventuras. O sea, y para situarnos, Corto Maltés, Alack Sinner, Thorgal y otros personajes que entonces leíamos en las revistas de Nueva Frontera.

Viajar nunca ha sido mi fuerte: desventajas de haber visto Star Trek. Y entonces Algeciras y Cádiz estaban aún más lejos de lo que están ahora. No hay conexión en tren, yo no tenía coche, así que tuve que aviármelas con el autobús Comes, que tardaba lo menos tres horas. Una lata.

Llegué a Algeciras y allí me esperaba Juanjo Téllez con sus amigos nuevos. Todos ellos buena gente, dicho sea de paso. Abrazos de rigor, bromas, risas. Y corriendo para dar la conferencia en el centro cultural de marras.

Había hasta público: veinte o treinta personas, esperándome. No sé si la foto de Han Solo tuvo algo que ver, pero había gente allí para verme. Incluso un par de chicas monas.

Llegamos al local.

Y el local estaba cerrado todavía.

Esperamos.

Esperamos cinco minutos. Esperamos un cuarto de hora.

Y allí no abría nadie. Téllez empezó a ponerse nervioso. Yo, pura flema británica, murmuraba para mis adentros lo bien que estaría en ese momento en Cádiz. La gente se impacientaba.

Al portero encargado del centro cultural, ya es mala pata, no le habían dejado la llave de la sala, así que no podíamos entrar a dar la charla.

Empezaba a anochecer. Así que me senté en el alféizar de una ventana, la gente se sentó en el suelo, en plena calle, y les di la charla.

Al menos, esa noche, en casa de Téllez, descubrí a Raymond Chandler en su biblioteca (El largo adiós y El sueño eterno), y como Juanjo tenía mala conciencia, me los prestó (tardé muchos años en devolvérselos, por cierto). Fue la primera de muchas experiencias "culturales" igualmente pintorescas que he vivido luego.

Los oropeles de la literatura, estaba claro, no estaban hechos para nosotros. Lo malo es que no lo han estado nunca.

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Comentarios

1
De: Francisco Fecha: 2009-06-01 23:00

Hombre, no soy objetivo, pero si el premio a todo eso fue descubrir a Chandler, y nada menos que con esos dos novelones, por mi parte creo que todas las vicisitudes merecieron centuplicada la pena, ¿no?



2
De: Mirbos Fecha: 2009-06-02 00:46

Si yo fuese a dar una charla, por primera vez, con veinte o treinta personas, sobre un tema medianamente serio y que se me hiciese caso, me importaria poquisimo darlo en la calle

lo unico que te salio mal fue por culpa del centro cultural, peor es que estes dentro de una sala de conferencias sin nadie escuchandote ( y sin conocer a Chandler)



3
De: Benito Fecha: 2009-06-02 12:58

"peor es que estes dentro de una sala de conferencias sin nadie escuchandote"

En esos casos lo mejor es no decir nada porque, si entra alguien de repente y te ve hablando solo, te pueden tomar por loco.



4
De: Mirbos Fecha: 2009-06-02 17:29

obviamente no estarias dando la charla, estarias ahi sentado y aburrido, o te irias a algun bar xD



5
De: Toni Fecha: 2009-06-02 17:36

No es por nada, pero reconocer que descubriste a Chandler tan "tarde" no es algo como para enorgullecerse... o al menos, eso me parece, jo...



6
De: Anónimo Fecha: 2009-06-02 18:32

http://www.elpais.com/articulo/espana/caballos/muertos/Rocio/elpepuesp/20090601elpepunac_12/Tes



7
De: RM Fecha: 2009-06-02 19:25

Perdona, hijo, no tener tu cultura ni tu acceso a la cultura. Pero a Chandler en el 78 no lo conocía nadie: los libros de Juanjo eran de una edición argentina...



8
De: CarlosP. Fecha: 2009-06-02 19:53

Si es que no sé como no se dio cuenta nadie de que el color de tu cristal ya indicaba que te tenían llevar al Carrusel.



9
De: Francisco Fecha: 2009-06-02 21:09

Pues yo debo tener serias dificultades en la competencia básica de comprensión lectora (como se dice ahora), porque no me ha dado la impresión de que RM se enorgulleciera de descubrir "tarde" (ni temprano) a Chandler. Yo me lo he tomado como que se congratulaba de haber tenido la ocasión. No veo el orgullo por ningún lado.

Anda que si cuento cómo lo descubrí yo... (a Chandler, digo).



10
De: Juan José Téllez Fecha: 2009-06-18 12:59

Una precisión: el portero tenía las llaves pero no las quería soltar porque no teníamos dinero para darle propina. Pero la conferencia fue genial. Ese mismo año, Jesús Melgar y yo dimos otra al aire libre, en la Plaza Alta de Algeciras, sobre el chocolate, con degustación gratuita del producto. Fue un 28 de diciembre y pretendíamos embromar con dicha polisemia a las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado, siempre tan eficaces en la lucha por la salud pública. El chocolate, naturalmente, era de la marca Milkibar.